Monday, July 03, 2006

CLASE 1

PROBLEMÁTICAS SOCIOLÓGICAS Y ANTROPOLÓGICAS

PROFESOR PRADA


Ante todo quiero darles una idea de cuál es mi formación, para que ustedes sepan desde donde estoy hablando y por qué digo las cosas que digo.
Y esto tiene que ver con la postura epistemológica que yo tengo con respecto a la profesión.
Yo pienso que es fundamental que se sepa desde donde uno está hablando.
Porque cuando se habla de sicología, de antropología, de sociología, de la educación, siempre se está hablando desde alguna determinada perspectiva.
No se habla, a mi modo de ver, de una forma absolutamente neutral.
Y esta es justamente, una de las cosas que les propongo pensar.
Creo que esa objetividad que pretende el borramiento total del sujeto, que pretende que se puede decir un discurso sin tener ninguna posición tomada, sin situarse de acuerdo con alguna formación teórica, es imposible.
Ese discurso absolutamente neutro es una de las grandes ilusiones positivistas que a mí me parece que ha caído.
Hay otros que la siguen sosteniendo.
Hay quienes piensan que, si no existe el discurso neutro, no existe la ciencia.
Yo me inscribo en una postura en la que entendemos que es posible la ciencia, pero sin desconocer el lugar desde donde el sujeto emite su discurso.
Y por eso me parece importante que ustedes sepan desde qué perspectiva teórica les hablo.
Y yo muchas veces voy a estar diciendo una serie de cosas que son afirmaciones.
Y se las voy a decir con total convencimiento, porque realmente estoy convencido de lo que les voy a decir.
Pero les pido que tengan en cuenta que para mí, aunque yo esté convencido, no quiere decir que esa sea la verdad absoluta y que ustedes tengan que asumirla como tal.
Es decir que el convencimiento con el que uno habla, se debe a que después de mucho trajinar, de mucho estar trabajando conceptos, después de mucho bucear en determinados temas, uno se va consolidando en determinadas argumentaciones.
Y entiende que esas argumentaciones son las que pueden acercarse más que otras cualesquiera, a lo real.
que Por eso es que uno adopta determinada posición.
No es por fanatismo o porque se asuma como una religión.
No es como adoptar una religión.
Es llegar a un convencimiento a partir de una búsqueda, a partir de una argumentación.
Esta materia se llama problemáticas sociológicas y antropológicas.
Mi primera formación, la primera carrera que yo hice fue sociología.
O sea, que yo empecé siendo sociólogo.
No hice la carrera de antropología, pero fue inevitable que estudiara muchas cosas de antropología para poder formarme en las disciplinas que me interesan.
Cuando me recibí de sociólogo, me di cuenta que me quedaban muchas inquietudes, muchas lagunas con respecto a la singularidad, digamos, con respecto al accionar del sujeto singular.
Y eso me fue llevando por la lingüística, por la sicología social, hasta llegar al psicoanálisis.
Me formé en psicoanálisis, basándome sobre todo, en el pensamiento de Freud y de Lacan.
Y luego, cuando salió la ley del psicólogo, porque antes éramos todos ilegales, volví a la facultad como estudiante y rendí las materias que me faltaban para completar la licenciatura en sicología y encuadrarme en el marco legal.
Recién en 1988, me recibí de psicólogo.
Desde el punto de vista de la sociología, la base de mi formación está ligada a todo lo que es el pensamiento materialista dialéctico, Marx, Hegel, etcétera.
Desde el punto de vista de la sicología, la base de los desarrollos que yo voy a hacer, la pueden encontrar en Lacan, que es uno de los referentes más fuertes en mi formación.
Ahora, yo nunca me voy a poner a discutir, ni con ustedes ni con nadie, si lo que yo digo se corresponde exactamente con lo que dijo Lacan.
No digo que esté mal estudiar de esa forma, digamos, al pie de la letra, lo que digo es que no es esa la forma en la que a mí me interesa estudiar.
A mí lo que me interesa es comprender determinadas cosas que tienen que ver con el sufrimiento del ser humano.
Y trato de entender al ser humano, más que de ceñirme a Lacan.
Utilizo los conceptos de Lacan porque son los que me ayudan a comprender ciertas situaciones, para las que dentro de otras teorías, yo no pude encontrar explicaciones que me satisficieran.
O que por lo menos me condujeran hacia la posibilidad de profundizar en el conocimiento del ser humano.
Entonces, cuando yo les digo que me baso en Lacan, no quiere decir que lo que yo digo es exactamente, lo que diría Lacan.
_Yo tengo que restringirme a lo que yo puedo hacer.
Yo creo que cada uno de nosotros, cada uno de los profesionales que trabajamos en estas disciplinas, va restringiendo el enfoque porque es imposible abarcar todas las modalidades de estudio y todas las teorías, etcétera.
No creo en el concepto verdulero de la ciencia.
No me parece conveniente ver a la sicología como un negocio donde puedo comprar medio kilo de conductivista, medio kilo de sistémica, medio kilo de gestalt y mezclo todo y ya está, ya soy un psicólogo.
Eso de ir seleccionando las frases que más me gustan de unos y otros, para armar una especie de colage, no es un buen modo de formarse como profesional.
Yo creo que cada uno tiene que ir consolidándose en una forma argumentativa.
Si yo tengo la concepción de que el inconsciente es una formación básica del psiquismo humano, tengo que trabajar con mis pacientes, sobre esa base.
Si acepto que el sujeto tiene un inconsciente, y el inconsciente es un concepto que me ayuda a entender determinadas acciones que van más allá de la conciencia, no puedo cuando me conviene, ponerme a interpretar los fallidos, como ruidos en la comunicación.
Hablar de ruido en la comunicación, es algo totalmente, diferente a hablar de que cuando la persona tiene un lapsus, está diciendo algo del orden de la verdad de su subjetividad.
Son diferentes concepciones del psiquismo, que implican diferentes formas de encarar el trabajo, diferentes formas de acercarse y tratar de comprender al paciente, a ese ser humano que viene al consultorio.
Yo no puedo decir que a un paciente lo comprendo desde el psicoanálisis y a otro le aplico la teoría de la comunicación porque me viene mejor para ese caso.
Yo sé que hay profesores que proponen eso, pero yo no estoy de acuerdo y les estoy explicando por qué.
Es que cada una de estas técnicas, teoría de la comunicación, psicoanálisis, gestáltica, sistémica, conductista, cognitivista, etcétera, cada una tiene por fundamento, una concepción diferente del sujeto, del psiquismo, o sea, del ser humano.
Y uno no puede cambiar la concepción que tiene del ser humano, por cada paciente que se le acerca.
Hay otros profesores que tienen una excelente formación, pero diferente a la mía.
Ellos creen que lo que define a las diferentes teorías son las técnicas que se utilizan en el consultorio para hablar con un paciente, o para operar con ese paciente.
Y yo creo que lo definitorio es la concepción de la subjetividad que tiene cada teoría.
Por eso es que no puedo compartir esa postura ecléctica.
Eso no quiere decir que no emplee distintas técnicas en forma eventual, mientras el paciente todavía no pudo entrar en análisis.
Yo no voy a desdeñar ningún recurso que a mi juicio pueda aliviar al paciente.
Pero si soy sicoanalista y por lo tanto, estoy convencido de que las raíces del síntoma que hace sufrir a mi paciente están en su inconsciente, es obvio que siempre voy a trabajar en función de conducir a mi paciente por el camino que, desde el punto de vista del psicoanálisis, es el más eficiente para la cura.
Yo soy sicoanalista, pero mi manera de operar en algunos casos, puede asemejarse al accionar de un psicólogo que se basa en la teoría sistémica o en la teoría cognitiva.
Eso se puede dar en un momento determinado, porque lo considero necesario desde el punto de vista de la forma en que me acerco y de la forma en que estoy pudiendo operar para ese caso, en esa instancia de la clínica.
Pero la base por la cual yo decido esa manera de operar con ese paciente, es porque considero que no está en condiciones de escuchar otra modalidad de comunicación en ese momento.
Eso no quiere decir que yo esté operando sobre la base de los fundamentos de la teoría sistémica o de la teoría de la comunicación.
Alguien que me observara podría creer eso, porque el procedimiento superficial es parecido.
Porque estoy utilizando esa técnica, me estoy valiendo de esa técnica como un recurso operativo, pero mi fundamento teórico sigue siendo el psicoanálisis.
Supongamos, a un paciente que todavía no entró en análisis, que apenas está empezando a generar una cierta transferencia conmigo como profesional y que está muy ansioso, yo le puedo llegar a sugerir que adopte tal o cual conducta ante determinada situación que lo preocupa.
Y esa es la forma en que operaría un cognitivista.
En la terapia cognitiva se utilizan básicamente, ese tipo de recursos.
Se le hacen recomendaciones al paciente para que actúe de determinada manera, con la expectativa de provocar ciertos resultados que se supone, pueden ayudar a mejorar una situación problemática dada.
Pero si yo hago algo así en un momento dado, no es porque adopto ese recurso como una herramienta imprescindible para la terapia.
Lo adopto en un momento en el que lo considero útil para que este paciente pueda ir consolidando una buena transferencia conmigo, hasta llegar a lo que es mi objetivo fundamental, que es que pueda empezar a hablar en forma absolutamente libre.
Mi objetivo es llegar a que se manifieste lo inconsciente.
Porque yo sé, y esta es una de esas afirmaciones de las que les hablaba.
Yo sé que ese sujeto que viene ante mí, no se está manifestando libremente.
Se está manifestando en función de todas las expectativas que tiene con respecto a lo que puede ser la cura, con respecto a lo que es en el imaginario social de su entorno, un tratamiento psicológico.
En función de todo ese imaginario que lo rodea, yo trato de que vaya cobrando confianza y en la medida de lo posible, vaya pudiendo expresar aquellas cosas que están reñidas con la demanda cultural, con lo que el entorno en el que está, le exige.
Entonces, opero de manera que superficialmente, me podrían decir que actúo como un cognitivista.
Y es cierto, desde el punto de vista operativo y sacando de contexto ese momento, Pero mi objetivo no es llevar la terapia de modo que si hace eso y le resulta bien, ya está.
Yo sé que todavía no está.
Y no engaño al paciente, le digo que vamos a probar con eso.
Pero a lo que vamos a ir apuntando es al concepto que yo tenga del síntoma en ese paciente.
Entonces, le voy mostrando un camino a partir del cual, el paciente puede ir acercándose a lo que es la experiencia analítica.
La experiencia analítica fundamental, lo que descubrió Freud, se puede sintetizar en que lo mejor para librarse de los estereotipos y todo aquello que significan los síntomas que nos provocan sufrimiento, es poder hablar y decir cualquier cosa sin ningún tipo de condicionamiento.
O sea, lo que se llama la asociación libre.
Muchas veces se cree que la asociación libre es ese jueguito de decir algo, un número por ejemplo, y que el paciente diga que le sugiere.
Pero no es eso.
Eso es una técnica, un juego, digamos, que de alguna manera corrobora el hecho de que en la asociación libre siempre hay algo del orden de la causalidad.
Pero en la clínica, estamos hablando del sufrimiento, así que yo no me puedo poner a experimentar con ese jueguito a ver que se le ocurre al paciente.
Yo lo que tengo que ver es con qué asocia todo lo que va diciendo en forma totalmente libre.
Y yo sé, teniendo en cuenta este concepto del inconsciente, que en algún momento va a aflorar algo del orden de la verdad de lo que le está causando ese sufrimiento.
En definitiva, lo que quiero subrayar con todo este preámbulo, es que yo tengo una posición ante los temas que vamos a ver, que no hablo desde una supuesta neutralidad.
Hablo desde las ideas que fui consolidando a lo largo de mi formación como profesional.
Y parto de esas ideas para proponerles el enfoque que les voy a proponer acerca de las problemáticas sociológicas y antropológicas.
Porque acá, nosotros no vamos a estudiar sociología y antropología.
Vamos a estudiar aquellas cosas de la sociología y de la antropología, que nos pueden ser útiles para nuestra profesión.
Nosotros no vamos a salir de un cuatrimestre, transformados en antropólogos y en sociólogos.
Sería absurdo pensar eso.
Vamos a tratar de ver de qué manera la sociología y la antropología, pueden aportarnos conceptos que nos ubiquen, que nos ayuden a contextualizar las cuestiones clínicas, organizacionales, educacionales, etcétera, sobre las que vamos a operar, en función de las incumbencias del psicólogo que ustedes conocen o van a ir conociendo a lo largo de la carrera.
O sea, que esta materia nos convoca para ayudarnos a contextualizar mejor las problemáticas que vamos a abordar en nuestro trabajo profesional.
En primer lugar, tenemos que preguntarnos si es posible hacer una mezcla de ciencias y tomar conceptos así porque sí.
Preguntarnos si podemos decir bueno, los antropólogos averiguaron esto, así que lo tomo y ya está.
Creo que podemos llegar a estar de acuerdo rápido, en que ese no es un procedimiento científico.
Y nosotros acá, estamos tratando de construir un conocimiento científico, que vaya más allá de la simple impresión que nos pueden causar las cosas.
¿Que disciplina puede darnos un punto de intersección entre las distintas ciencias del hombre? Hay una disciplina que se relaciona con las demás disciplinas humanísticas, de forma tal que posibilita utilizar válidamente, en otras disciplinas, los conocimientos que se generan en una de ellas.
Y esa disciplina es la lingüística.
La lingüística nos permite aplicar por ejemplo, a la sociología, conocimientos desarrollados en la antropología, etcétera, etcétera.
La lingüística está en un lugar central, es el eje que vincula a todas las humanidades.
Porque el lenguaje es lo que define lo humano.
El lenguaje humano no se da en ningún otro animal, es una característica específica del hombre.
El lenguaje es lo que nos permite pensar en la historia, en la sociología, en la antropología.
Y el lenguaje es también, lo que nos permite pensar en la singularidad del sujeto.
Por eso, yo les dije que en mi recorrido desde la sociología y la sicología social hasta llegar al psicoanálisis, pasé por algunos años de estudios lingüísticos.
Y digamos, que esa marca yo la tengo y la sostengo, porque me ayudó a acercarme a la comprensión de lo que es la angustia en el ser humano.
Me ayudó a acercarme a la meta, al objetivo que yo tengo como profesional.
Entonces, una de las cosas que de alguna manera, me propongo desarrollar con ustedes, es el por qué vamos a darle ese lugar privilegiado al tema del lenguaje.
En función de eso, vamos a tratar de distinguir cuáles son los aportes de la sociología y cuáles son los aportes de la antropología.
Vamos a tomar lo que dice el antropólogo Geertz para definir las diferencias entre antropología y sociología.
Este antropólogo va a decir que nosotros, los hombres, para poder convivir tenemos que realizar una serie de acciones.
Tenemos que actuar para producir bienes, para intercambiar bienes, para producir alianzas, etcétera, etcétera.
Todas éstas son acciones, cuya dinámica es el objeto de la sociología.
Mientras que el objeto de la antropología es la descripción, la significación de esas acciones.
El sociólogo estudia el por qué se dan los cambios sociales.
La sociología pone énfasis en por qué se generan ciertos cambios sociales y en cuál es la dinámica que hay dentro de determinados grupos, para que se puedan generar esos cambios sociales.
Mientras que el antropólogo estudia el por qué una sociedad es como es.
Por qué ciertas acciones tienen la significación que tienen en determinada sociedad.
El antropólogo va a poner mucho énfasis en tratar de explicar por qué en diferentes culturas, son tan diferentes los ritos que rodean a un mismo hecho.
Tomando hechos esenciales en la vida del hombre, como el nacimiento y la muerte, por ejemplo, se pueden observar rituales muy distintos.
Y el antropólogo se pregunta por esas diferencias, trata de comprender la significación de los distintos ritos.
En Santiago del Estero, la muerte de un bebé da lugar a ritos que incluyen el canto y el baile.
Eso es impensable entre nosotros.
Son diferencias muy llamativas.
La antropología estudia la forma en que nos relacionamos con lo sagrado.
Lo sagrado lo vamos a estudiar independientemente de un formato religioso.
Vamos a pensar en lo sagrado como hecho humano que se da en toda cultura.
Yo soy ateo, pero el hecho de que yo sea ateo, no significa que para mí no haya cosas que son sagradas.
O sea, que esté lo sagrado, no significa que necesariamente, eso sagrado contenga la idea de Dios.
Ahora bien, en algunas culturas hay un tipo de relación con lo sagrado, y en otras culturas hay otro tipo de relación con lo sagrado.
La significación de esas diferencias en la relación con lo sagrado, también es materia de estudio para el antropólogo.
El sociólogo estudia la dinámica por la cual nuestras acciones pueden provocar cambios en la vida social.
El antropólogo muestra las diversidades culturales y también las interpreta, explica su significación.
Los evolucionistas explican de una manera la diversidad, los estructuralfuncionalistas la explican de otra manera y los interaccionistas la explican de otra manera.
Todo eso, la forma en que se asume la diferencia con las otras culturas, es lo que va a estudiar la antropología.
En cambio el sociólogo va estar más preocupado por ver de qué manera el conjunto del imaginario social se va relacionando con los cambios, con las modificaciones de la sociedad.
Por qué se generan los cambios en la sociedad.
Por qué en una sociedad, en determinado momento, se producen determinados cambios.
En Argentina, en los últimos cincuenta años, se vienen dando cambios importantísimos, tanto en lo sociológico como en lo antropológico.
Hay cambios en la estructura de la producción.
Fíjense en la ganadería, por ejemplo.
Antes nos sobraban vacas.
Podíamos tirar vacas al techo en vez de manteca.
Ahora, resulta que andamos escasos de vacas.
Esto también tiene que ver con determinados cambios en la estructura y en la dinámica de la conformación económica internacional.
También se están dando cambios a nivel del rol que cumple la mujer en el mercado laboral.
Estoy tirando cosas aisladas como ejemplos de lo que estudia la sociología.
La sociología va a tratar de determinar por qué el mercado laboral empezó a exigir más mano de obra de la mujer.
Y por qué poco a poco, la mujer fue ocupando un lugar diferente, fue reclamando sus derechos, etcétera, etcétera.
Ahora la mujer reclama la igualdad de derechos con el hombre.
Cosa que a mí me parece injusta, porque según Robert Graves, antes de este período de patriarcado, hubo un matriarcado que duró como treinta mil años.
Así que para empatar, tendrían que dejarse oprimir unos cuantos miles de años más.
Sea como sea, es indudable que hay un cambio de lo que es el rol de la mujer en la familia.
Y esto también tiene significaciones antropológicas muy fuertes.
Porque se cambia también la concepción de lo que es la familia, desde el punto de vista de cómo se constituyen las alianzas.
La significación que tiene en este momento una separación es distinta a la que tenía hace cincuenta años.
Yo en mi adolescencia, tenía un amigo que sufría horrores porque sus padres estaban divorciados.
Y en la escuela no había ningún otro que tuviera los padres divorciados.
Ahora, yo tengo alumnas que son docentes y me cuentan anécdotas, donde hay chicos que se sienten raros porque sus papás no están separados.
Con esto no quiero decir que se invirtió totalmente la cuestión, pero es evidente que ha cambiado la valoración que se le da a determinada conformación familiar.
Esta es una de las cosas muy importantes que tenemos que aprender a distinguir en nuestra profesión.
Porque el hecho de que de pronto, se cuestione determinada conformación familiar, no quiere decir que se cuestione el vivir en familia. Esto también lo vamos a ver. Porque cuestionar determinado tipo de conformación familiar, con determinadas valoraciones con respecto a los distintos roles, el rol de la mujer, el rol del hijo, el rol del padre, etcétera, y con respecto a cómo tiene que ejercerse la autoridad paterna, no es lo mismo que cuestionar la familia. Si bien es cierto que al modificar esos valores se produce una gran crisis porque es muy difícil sustituirlos. Y justamente, sustituir esos valores por otros es uno de los grandes trabajos de nuestra época. Nosotros estamos viviendo el momento de la transición de determinados valores a otros. Para mi modo de ver, se está dando una transición de los valores sagrados construidos desde el dogmatismo de las doctrinas religiosas, hacia la construcción de ciertos valores éticos. Pero eso todavía no se ha consolidado, todavía no se ha tomado conciencia de que eso está pasando. Lo digo, porque si bien es cierto que son cosas que se están dando, también es cierto que están en plena discusión. Todavía no se hizo carne en la gente este nuevo estado de cosas. Es algo nuevo que está pasando y que nos cuesta verlo, nos cuesta entenderlo. Hace unos cincuenta años, ustedes le daban un test a un chico, donde le pedían que dibuje la familia, y siempre iban a estar en el dibujo, el papá, la mamá, el nene y el hermanito. Aunque ese nene no tuviera hermanito, lo dibujaba igual, porque sabía que en algún momento lo iba a tener. Porque en aquel tiempo las familias eran así. En aquel tiempo las familias venían con hermanito. Ese tenía que ser el dibujo, porque ya era típico pensar en ese tipo de familia. Digamos, que ese era el tipo de familia que estaba instalado en el imaginario social. El imaginario social es uno de los conceptos que vamos a trabajar en esta materia. Entonces, estaba instalado en el imaginario social, un concepto de familia basado precisamente, en ese tipo de estructura y en ese tipo de relaciones. Ahora, el concepto de familia se configura de un modo diferente. Y cada uno lo tiene que ir conformando de acuerdo con sus vivencias afectivas. Esto no quiere decir que hoy el chico no tenga familia. Hoy el chico no tiene una familia igual a la que hubiera tenido hace cincuenta años, pero sí, tiene una familia. Lo que pasa es que antes, los límites de la familia los establecía determinada institución. En nuestro caso, en la Argentina, había una muy fuerte raigambre en todo lo que era la herencia católica. Pero también entre los ateos liberales más importantes que formaron el pensamiento argentino, había una concepción de la familia muy semejante. Actualmente, estamos asistiendo a la generación de una idea de familia que se constituye sobre la base de los límites que construimos nosotros en función de nuestras experiencias afectivas. O sea, que ahora somos nosotros quienes tenemos que construir el concepto de familia. El concepto de familia ya no nos viene dado desde afuera. Cada uno construye los límites de su familia. Porque se puede tener hijos con una pareja actual, y también hijos de parejas anteriores, y se puede adoptar afectivamente, a hijos de parejas anteriores de la pareja actual. Y también se da el caso de integrar afectivamente, a hijos de parejas anteriores de las anteriores parejas. Y sabemos que esto no es un juego de palabras, sino que estoy aludiendo a una realidad compleja. Y en esta realidad, son los vínculos afectivos los que determinan los roles y los delimitan. Es más que todo, el afecto el que nos dice quiénes son hijos, quiénes son padres y quiénes son hermanos. Entonces, lo que nosotros tenemos que pensar, es que estos cambios que se están dando, están produciendo significaciones que constituyen la conformación subjetiva de aquellos a quienes nosotros tenemos que tratar de comprender, para ver qué se puede hacer con su sufrimiento. Pero esto también va a estar presente en cualquier terreno en el que trabajemos. En la sicología forense, por ejemplo, nosotros tenemos que tener en cuenta este tipo de cosas para poder entender las diferencias con relación a cómo se constituye actualmente, la subjetividad de alguien que se quiere revelar contra todo eso. El sujeto que hoy se quiere revelar contra todo eso, es un sujeto diferente al que se quería revelar contra la familia tradicional hace cincuenta años. Ese es el sujeto que vamos a encontrar en las pericias judiciales. Si vamos a trabajar en educación también es importante tener en cuenta los cambios que se van dando. Nos agarramos la cabeza porque los chicos no saben ortografía. Pero nosotros tenemos que preguntarnos qué lugar ocupa la escritura actualmente, para los chicos. ¿Hasta qué punto, ese valor de la escritura correcta está vinculado de alguna manera, a la conformación de su subjetividad? Nosotros nos tenemos que preguntar estas cosas desde la sicología educacional. Yo muchas veces me voy a referir a la clínica porque es en lo que más trabajo, pero esto tiene que ver con todas las incumbencias de nuestra profesión. No tiene que ver sólo con la clínica. Este es el tipo de cuestiones que vamos a tratar de ir mostrando, a ver qué cosas de la sociología nos pueden orientar para pensar estas nuevas situaciones. Y para poder contextualizar históricamente lo que leemos. Porque en general, nosotros leemos libros escritos bajo condiciones diferentes a las que estamos viviendo. Hasta hay sintomatologías que tienen más presencia ahora que en otras épocas. Por ejemplo, ahora se dan con mucha frecuencia los ataques de pánico. Yo tengo una hipótesis a propósito de esta proliferación de los ataques de pánico. Aclaro que aunque tengo ciertos fundamentos para pensar así, yo no la he desarrollado, no he hecho una investigación al respecto, ni nada por el estilo. Pero les hago el comentario para que reflexionen, porque tiene que ver con lo que les estoy queriendo mostrar a partir de todo lo que les comenté con respecto a la materia. Mi hipótesis es que esta frecuencia de las fobias, esta frecuencia de los pánicos, está relacionada con una modificación de la forma en la que se manifiesta el síntoma de la estructura histérica. La estructura clínica de la histeria, que tendía a manifestarse consolidándose corporalmente, a través de parálisis, de cegueras o de desmayos, ahora tendería a manifestarse y consolidarse a través de conductas fóbicas y ataques de pánico. Insisto en que no lo investigué con profundidad, pero a mí me parece que este cambio puede tener mucho que ver con la forma en que está instalado en el escenario mediático el tema de la inseguridad. Esta sintomatología de las fobias y de los ataques de pánico a mi modo de entender, está muy vinculada con el acrecentamiento de la incertidumbre respecto a cómo nos movemos, a dónde nos movemos. Tiene mucho que ver con esta necesidad desesperada de aislarnos, de protegernos con rejas, con alarmas, con todo tipo de sistemas que van demostrando su ineficacia y así va en aumento el miedo. Los que pueden se encierran en countrys, pero ahí tampoco están seguros. Bien mirado, lo que hacemos es construir por un lado cárceles para los delincuentes y por otro lado, cárceles para los ricos. Porque en definitiva el country se constituye en una cárcel de lujo, pero cárcel al fin. Así vamos quedando todos encerrados porque la cuestión es tratar de no encontrarnos, tratar de no mezclarnos unos con otros. Eso de mezclarnos nos da cada vez más miedo. Y cada vez vamos generando mayor aislamiento. Y aquí vamos llegando al tema de lo que aporta la antropología, que me parece que es un aporte esencial. Y en esto nos vamos a quedar, por lo menos en las primeras clases, porque me parece fundamental. Los antropólogos, tienen el afán de analizar al hombre, tienen el afán de entender las distintas culturas, tienen el afán de explicar la significación de las diferencias, etcétera etcétera, por eso algunos definen al antropólogo como un constructor de otredad. ¿Por qué constructor de otredad? Porque de alguna manera, el antropólogo es el que nos ayuda a pensar en por qué a ciertos sujetos los consideramos como otros. Porque nos vamos a dar cuenta de que esto de decir nosotros y los otros, no tiene ningún fundamento desde el punto de vista de lo real. Esto del nosotros y los otros siempre se sostiene por algo relacionado con lo simbólico y con el imaginario social. Pero eso se puede modificar permanentemente. No existe nada que haga que necesariamente, un judío, tenga que ser un otro para mí. O que un boliviano tenga que ser un otro para mí. No hay nada que avale eso. O que un habitante de un country tenga que ser un otro para mí. No hay nada que justifique el sostenimiento de esa otredad. Y cuando digo para mí, estoy diciendo para cualquiera de nosotros, lo estoy diciendo respecto de cualquier otro y para cualquier nosotros que podamos pensar. Esto de nosotros y los otros, es una construcción subjetiva. Es una construcción que tiene que ver con ciertas necesidades que vamos a tener que ir analizando, que vamos a tener que ir exponiendo. Pero la verdad es que no hay ninguna razón insalvable para que ese otro al que situamos fuera de nuestro mundo, deba permanecer necesariamente, aislado y no pueda venir a mezclarse con nosotros. Les voy a contar el final de la materia, así, si alguno quiere, la puede rendir el viernes que viene. Tomo como cierre, como definición del objetivo que me propongo en esta materia, un ejemplo que me gusta mucho del segundo seminario de Lacan. Es un ejemplo que tiene que ver con aprender a hacer café con leche. Porque a mí me gustaría que nosotros, como profesionales, aprendamos a contribuir para la elaboración de un buen café con leche. ¿Por qué les digo esto? Porque Lacan toma el ejemplo del café con leche para explicar el concepto de orden versus caos, que genera la dinámica que se da a nivel del universo. Los físicos hablan de una tendencia universal al aumento de la entropía. La entropía es el índice de caos que se da en determinadas condiciones, entre determinados elementos acá es donde viene el tema del café con leche. Si nosotros tenemos en una jarra el café y en otra la leche, están todas las moléculas de café y todas las moléculas de leche bien separadas entre sí y perfectamente ordenadas. El orden consiste en la clasificación, el orden consiste en que cada conjunto esté constituido por los elementos que le corresponden. Ese es el orden. Y mientras estén cada uno en su jarra, el índice de entropía entre ese café y esa leche va a ser cero, ahí no hay nada de caos. Ahora, si nosotros llenamos una taza, una mitad con café y la otra mitad con leche, creamos el café con leche. Entonces, ese café y esa leche, ya no existen como tales. Cuando se produce el café con leche, ya se perdieron desde cierto punto de vista el café y la leche. Ya no los podemos rescatar como café ni como leche, porque la entropía llegó al máximo, se produjo un caos total dentro de la taza. Un caos por el cual se generó algo nuevo, algo diferente, que se llama café con leche. Cuando elegimos integrar esas diversidades, es porque entendemos que eso nuevo que creamos, implica una superación con respecto al orden café y al orden leche. Y esto se da gracias a que las moléculas de café y las moléculas de leche pueden interactuar perfectamente, hasta el punto de que ya no las podemos separar. Quedan confundidas en ese café con leche que creamos. Ahora bien, si generamos ese café con leche es porque consideramos que en algún sentido es superior, porque eso que tiene un mayor grado de complejidad, para nosotros también es más rico. Ustedes dirán, ¿de qué está hablando este tipo? Les estoy hablando de los seres humanos. Les estoy hablando de nosotros. Eso de creer que los otros tienen que estar allá y nosotros acá y que no nos podemos mezclar, porque nosotros somos los buenos y ellos son los malos, o por lo que fuere, es un obstáculo que nos impide generar opciones superadoras. Cuando tratamos de arreglar las cosas, de buscar el orden separándonos y pensamos que hay otros a quienes es imposible incorporar al nosotros, terminamos todos mal. Terminamos todos encerrados, ya sea tras la reja de la cárcel o tras la reja de la casa o del country. Y en definitiva, terminamos todos juntos, encerrados en el mismo círculo vicioso, que es lo que nos está pasando en este momento. Parece que no se nos ocurre nada más que levantar cada vez más rejas y cada vez más muros y estamos cada día peor. Pensar al otro como alguien inaceptable, como alguien al que es imposible acercarnos, como alguien a quien no nos interesa comprender, es lo que nos impide precisamente, generar una posibilidad superadora. El modelo de profesional psicólogo que les propongo, y no pretendo que lo acepten, pero sí, aspiro a que lo piensen, y a que lo discutamos, es un profesional que tiene que contribuir a la posibilidad de la integración entre los seres humanos. La idea de integración a la que me refiero, va más allá de la simple tolerancia a la presencia más o menos cercana, de aquel a quien consideramos un otro muy distinto a nosotros. ¿Qué quiero decir con esto? Por ejemplo, en el caso de la integración escolar de un chico ciego, se suele creer que basta con permitir que ese chico concurra a una escuela común junto a los demás chicos. Hace cincuenta años no se toleraba la presencia del chico ciego en la escuela común, eso era algo impensable. Ahora ya casi se admite sin discusión la presencia del chico ciego en la escuela común. O sea, que algo ha cambiado. Pero eso no es suficiente para que podamos hablar de integración. Porque en muchos casos el chico ciego permanece aislado, rodeado por los prejuicios que no quedan abolidos con la mera tolerancia a su presencia. La simple mezcla del chico ciego y los chicos que ven, no produce automáticamente, la superación de la dificultad para que se puedan integrar en un nosotros. Hay que trabajar en esa dirección. Algunas comunidades educativas lo logran, por eso sabemos que es posible involucrar al chico ciego y a los chicos que ven en una integración genuina, en un proceso de aprendizaje recíprocamente enriquecedor. Es en ese sentido en el que hay que buscar la integración. Y teniendo en cuenta ese norte, es que podemos decir que la función del profesional psicólogo tiene que contribuir a favorecer la entropía, que es contribuir a favorecer la integración, que es contribuir a favorecer la convivencia. Para eso es imprescindible cierta plasticidad en nosotros. Es imprescindible que sepamos que aquel al que hoy consideramos como a un otro, el día de mañana puede ser uno de nosotros. Y es imprescindible que tengamos la capacidad de asimilarlo. Si por ejemplo, en este momento un delincuente o un enfermo mental, son otros para mí, yo como psicólogo, tengo que saber, tengo que aceptar, y tengo que creer, que ellos pueden pasar a ser un nosotros conmigo. Esa plasticidad que nos va a dar la capacidad para ir construyendo otredades, pero sabiendo que esas otredades no son rígidas, no son inmodificables, es lo que vamos a fomentar en esta materia a lo largo de todo el cuatrimestre. Bueno, esta fue la presentación de la materia, para que tengan más o menos, una idea de lo que van a sufrir acá.

PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA

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