Monday, July 03, 2006

CLASE 9 23 DE JUNIO DE 2006
PROBLEMÁTICAS SOCIOLÓGICAS Y ANTROPOLÓGICAS
PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA
Nuestro objetivo como profesionales psicólogos es la salud mental. Entonces, se me ocurrió tomar este concepto de salud mental, como una posibilidad de articulación de todos los conceptos que vinimos desarrollando. Y para eso retomo un poco lo que ya vimos con respecto a la ecuación freudiana, porque es esencial para que podamos empezar a diferenciar cuál es el ámbito de la psicología desde el punto de vista de la salud mental.

Acá se planteó en un trabajo práctico la pregunta acerca de la definición de salud mental. Y casi todos ustedes la respondieron coincidiendo con la definición de la Organización Mundial de la Salud, esa que se refiere a un estado de armonía biopsicosocial. Y algunos le agregaron lo espiritual, esto es por el tema de sus creencias, para no dejar de lado su concepción del hombre.

Esto ya muestra de alguna manera, que para los psicólogos, el concepto de salud mental no es un concepto totalmente abstracto, sino que tiene que ver con la conformación ideológica de cada uno. Nosotros nos vamos a quedar por ahora, con lo biopsicosocial. Porque creo que se puede pensar a lo espiritual como algo atinente a lo psíquico y que también tiene que ver con ciertos aspectos de lo social. Cuando ustedes me dieron esa respuesta casi unánime, yo les dije que me gustaría que le pudieran poner un signo de interrogación a esta definición que aceptan y que de alguna manera, les parece evidente. Porque nosotros estamos trabajando con un objetivo que no es tan evidente. Y una de las cosas que ahora les propongo pensar es que de pronto, es muy difícil definir salud mental y enfermedad mental, como estados, o sea, como situaciones estables, fijas, perdurabres.

¿Qué quiero decir con esto? Que me parece que de lo que sí, podemos hablar es de una concepción dinámica de salud-enfermedad, pensada como un proceso. Y va a depender de cómo nos paremos ante ese proceso, que podamos definirlo como salud o como enfermedad. Al decir que depende de cómo nos paremos ante ese proceso, estoy diciendo que también depende de cierta conformación cultural. Que depende de cómo el sujeto se sitúa ante el dolor, de cómo el sujeto se sitúa ante el sufrimiento y de cómo el sujeto se sitúa ante esa idea del bienestar y de la felicidad.

Esto está definido culturalmente. Hay culturas orientales donde se entiende que a la persona enferma solamente hay que acompañarla. Que no hay que tratar de producir un efecto distinto al que la naturaleza ya está produciendo en ella, porque eso sería ir en contra de algo superior. Menciono esto sólo para mostrar cómo la definición de salud y la definición de enfermedad, están muy vinculadas a cómo se construyen en la cultura los conceptos de salud y de enfermedad.

Ahora teNemos que buscar una definición de salud-enfermedad, que sea coherente con los desarrollos que venimos haciendo. Nosotros dijimos que la armonía, la plenitud, el bienestar, en el ser humano son necesariamente efímeros. Porque el ser humano no puede vivir en el goce permanente, el ser humano no puede vivir en la plenitud. Por su propia esencia, por todo lo que estuvimos viendo, en el sentido de que al estar atravesado por el lenguaje, no hay ningún objeto que lo satisfaga plenamente. El ser humano no puede acceder a ese bien supremo, a ese goce absoluto que le permitiría vivir en armonía, en bienestar, en equilibrio perpetuo.

El animal puede vivir en equilibrio con la naturaleza, en tanto el eco sistema le provea lo necesario para satisfacer sus necesidades. Pero el ser humano, no. El ser humano, al no tener instintos, no tiene predeterminados genéticamente, los objetos que pueden satisfacer sus necesidades, ni la cadena de comportamientos que le asegure el desarrollo de su ciclo vital. Entonces, nosotros no podemos definir la salud mental por ese momento de goce. Porque si la definiéramos así, tendríamos que decir que no hay ningún ser humano que no sea enfermo mental. Que aunque es lo que muchos psicólogos dicen, habemos otros muchos que no lo creemos así.

Este carácter éfímero de la felicidad, hizo que Freud arribe a la conclusión de que el hecho de acceder a la cultura, implica un malestar. Pero Freud dice un malestar, no dice una enfermedad. O sea, que si partiéramos de la idea de una ausencia de malestar, estaríamos partiendo de una idea falsa de lo que es el sujeto. Estaríamos partiendo de una idea falsa de lo que es el desarrollo del ser humano según lo que nosotros estuvimos descubriendo, según los análisis que nosotros estuvimos haciendo.

En las últimas décadas, a partir de la segunda guerra mundial, se fue instalando una especie de mito espontaneísta, que sugiere la existencia de un estado natural en el que el ser humano podría llegar a ser feliz. La receta sería desprenderse de todas las presiones y de todas las tensiones que produce la sociedad, y conformarse con lo que se tiene y entregarse a disfrutar. Supuestamente, de ese modo seríamos felices y viviríamos en equilibrio con la naturaleza. Además hay que escuchar unas músicas aburridísimas y ya con eso caemos en la idea de la armonía perfecta. Una armonía que es muy semejante a la instancia de la muerte, muy semejante a la ausencia de vida. Porque en definitiva, lo que nos caracteriza a los seres humanos, es que nos constituimos como sujetos deseantes. Y el deseo surge cuando percibimos la insuficiencia. Y el enfrentarnos a la insuficiencia implica un conflicto. Por lo tanto, la vida es el conflicto. La ausencia de conflicto, el no sentir la falta, el no sentir la insuficiencia en algún punto, el no sentir algún tipo de carencia, hace que no deseemos. Y eso, en un momento determinado, puede ser lo que nos ayude a cargar las pilas, puede ser maravilloso. Por ejemplo, cuando Argentina gana seis a cero, parece que uno ya se siente completo. Parecería que eso ya fuese el súmum de la felicidad. Y bueno, por un ratito, es lindo creérselo. Pero si eso nos dura, estamos totalmente revirados. Porque si nos creemos que nuestra felicidad está en que Argentina haya ganado, estamos fritos. Porque después va a aparecer un novio o una novia que no nos cumple, va a aparecer que se nos terminó el sueldo y falta un montón para fin de mes, van a aparecer una serie de insuficiencias que nos van a demostrar que con el seis a cero no nos alcanza. O sea, que la irrupción de lo real, nos muestra la insuficiencia de todo goce.

Por lo tanto, si admitimos la coherencia de este desarrollo, no podemos coincidir con la definición de la OMS. Y yo no puedo coincidir con ustedes. Ahora bien, al plantear las cosas de esta forma, podríamos caer en la idea de que hay que tratar de hacer sufrir a todo el mundo. Entonces, ¿qué sería la salud mental? ¿Meternos en conflicto? ¿Amargarnos? ¿Sufrir? ¿Tratar de evitar el goce? Me parece que es bastante evidente que no se trata de eso. Me parece bastante evidente que no es eso lo que se busca. Pero tampoco se busca la armonía total, tampoco se busca la ausencia de conflicto.

Se busca que el ser humano pueda ejercer el derecho más elemental de su propia esencia, que tiene que ver con la creatividad. Se busca que el paciente pueda crear estrategias diferentes ante los problemas que irrumpen y que son distintos a los que tuvo siempre. Y aquí voy a empezar a mencionar algunos conceptos que nos pueden ayudar a acercarnos al concepto de salud.

El concepto de síntoma,lo utilizó Marx para hablar de la sociedad, y lo utilizó Freud para hablar del ser humano. Pero en realidad, el síntoma nació de la terminología fundamentalmente médica. Y esto del síntoma que es aplicable al discurso médico, si se lo quiere utilizar en sociología y en psicología, hay que revisarlo un poquito. No se lo puede extrapolar de una ciencia a la otra, mecánicamente. Voy a apelar a la memoria de ustedes para no repetir un montón de cosas.

Ustedes recordarán nuestro dibujito de los tres círculos concéntricos, que usamos para facilitar la comprensión de esas tres etapas en las que dividimos una somera historia del universo. Fíjense que en el desarrollo que hicimos, tratamos de demostrar que en el círculo más amplio, donde aparece lo simbólico, no se puede explicar los comportamientos humanos, de la misma manera que en el círculo intermedio, donde reinan las leyes de la biología, podíamos explicar el comportamiento de los demás seres vivos. El dibujo nos sirve para subrayar el hecho de que en cada etapa se suman elementos. Primero tenemos la materia y las leyes físicoquímicas. Luego se suman los seres vivos y las leyes biológicas. Más tarde se suman el ser humano, o sea, el animal simbólico y las leyes del lenguaje. Ahora bien, todos los seres vivos están hechos de materia, por lo tanto les caben las leyes físicoquímicas. Pero no basta con las leyes físicoquimicas para explicar los fenómenos vitales, se necesitan también las leyes biológicas. El animal simbólico, o sea, el ser humano, también es un ser vivo, por lo tanto le caben las leyes de la biología. A la medicina le compete el cuidado de nuestro organismo biológico. Y los médicos necesitan conocer las leyes de la biología para cuidar del ser vivIENTE que hay en el ser humano. Pero las leyes biológicas no pueden dar cuenta de nuestro psiquismo. El conjunto de los conocimientos biológicos ni siquiera es suficiente para cuidar del organismo viviente que somos, y que de alguna manera, también es afectado por los fenómenos psíquicos.

Entonces, el objeto específico de la medicina es ese organismo viviente que nos sirve de soporte. Ese organismo viviente, sí tiene que estar en armonía con su medio ambiente. Esto le compete fundamentalmente a la medicina. Los médicos nos ayudan a buscar el equilibrio necesario para mantener en buenas condiciones nuestro ser orgánico. Y en ese sentido les es muy útil el conocimiento de las leyes biológicas. Pero la biología no ayuda a explicar los fenómenos que tienen que ver con la capacidad simbólica del ser humano. La biología no es SUFICIENTE cuando se trata de cuidar el psiquismo, o sea, cuando se trata de salud mental.

Para explicar los temas que se relacionan con la capacidad simbólica, nos basamos en esta concepción de que al ser humano no le basta con satisfacer necesidades biológicas. Y precisamente, porque eso no le basta, se genera una serie de leyes que son las leyes del psiquismo, que son las leyes del lenguaje, y que están regidas por un movimiento que va del deseo al goce. Esto es lo que decíamos al principio. O sea, tratar de lograr una satisfacción, pero después entender que esa satisfacción es momentánea. Y luego aceptar la insuficiencia para volver a buscar el goce.

Fíjense que las adicciones tienen que ver con dificultades para aceptar la ley del no todo. Las adicciones tienen que ver con dificultades para aceptar la insuficiencia. Aquel que come, come y come hasta que se siente mal, es porque le cuesta aceptar la ley del no todo, le cuesta resignar el goce de la pulsión oral, le cuesta renunciar a parte de ese goce. Y ese no poder renunciar al goce, es lo que lo lleva a la muerte. Lo que nos hace vivir es poder renunciar a ese goce. Cuando podemos frenar porque ya nos sentimos mal, ahí es cuando empezamos a tener en cuenta otras posibilidades de goce. Posibilidades de goce que tienen que ver con la satisfacción de otras pulsiones. Y tienen que ver sobre todo, con la satisfacción del goce sexual en el sentido del último Freud. No en el sentido del primer Freud, que limitaba la sexualidad a la búsqueda de la relación genital. El último Freud entiende que la sexualidad es el deseo de alcanzar el amor del otro, el deseo del encuentro con el otro, el deseo de reeditar el encuentro fundante.

Nosotros dijimos que el ser humano en el momento del nacimiento, experimenta un primer encuentro de amor con el otro, experimenta el encuentro fundante. Este momento del nacimiento, puede coincidir cronológicamente, con el parto. Pero no se refiere a ese momento concreto, sino a aquel moménto mítico, en el que por primera vez experimentamos la satisfacción de sentirnos amados. Ese es el encuentro fundante que vamos a tratar de repetir durante toda nuestra vida. Y para alcanzar la repetición de ese encuentro fundante, es que establecemos una serie de estrategias.

Desde los primeros días, el bebé no llora todas las veces con el mismo tipo de llanto. Ya desde los primeros llantos, desde los primeros gimoteos, el bebé va estableciendo diferentes estrategias para alcanzar el goce. De la misma manera que aprendemos el idioma del grupo primario que nos ama, y gracias a cuyo amor podemos constituirnos como sujetos, también vamos incorporando diferentes estrategias ante las distintas dificultades que nos propone lo real, para poder alcanzar el goce. Ahora bien, esa lengua materna que mamamos del grupo primario, ese idioma que el grupo nos impone, porque nosotros no podemos elegir otro, tiene sus peculiaridades, tiene sus diferencias con respecto, en nuestro caso, al castellano. Ese grupo de estrategias que mamamos del grupo primario, de la misma manera que mamamos la lengua materna, constituye un repertorio de respuestas ante las diferentes modalidades en que se presentifica la insuficiencia de nuestro goce. En base a ese repertorio de respuestas vamos adoptando una serie de conductas, vamos adoptando una serie de comportamientos para alcanzar el goce. Y con ese repertorio de respuestas, con ese repertorio de comportamientos para alcanzar el goce, vamos enfrentando los problemas que se dan dentro de nuestro grupo.

En algunos casos ese repertorio es lo suficientemente amplio, tiene la suficiente elasticidad, tiene la suficiente plasticidad, como para dar un margen de posibilidad de resolución de problemas cotidianos, que permite que el sujeto desarrolle su vida sin tener que recurrir a un psicoanalista o a un psicólogo. porque siente que puede enfrentarse a los inconvenientes que le presenta la vida.
Hay el caso de un abogado que organizaba sus actividades en base una serie de rutinas muy rígidas. Planificaba cada tarea de cada hora de cada día y cumplía a raja tabla todo el programa. Y a él le sirvió esa forma de encarar la vida. Estudió, formó una familia, se hizo de prestigio, y consiguió una muy buena situación económica. esa manera de ser tan ordenada, le fue muy útil en su profesión. Tanto en su familia como en su emtorno laboral, se valoraba el hecho de que fuera puntual, responsable, un tipo que no dejaba de cumplir ningún compromiso. No es que no tuviera problemas, sufría por algunas cosas que no podía manejar. Quería viajar a Europa, pero no podia superar el temor al avión. Esa era una de las cosas que le molestaba. Y como eso había otras cosas. Se daba cuenta de que tenía ciertas limitaciones que no podía manejar, pero las aceptaba, no le resultaban insoportables. Porque además, no le impedían cumplir con sus rutinas que de eso sí, no podía prescindir. Pero en general, le iba bien. Sus logros satisfacían sus espectativas, digamos. Ahora bien, a los sesenta años, este hombre recurre a un psicoanalista. ¿Por qué? Porque hubo una irrupción de lo real que le descompaginó toda su rutina. Murió un familiar muy querido, a quien él quería mucho. Además siempre había pensado que ese familiar, por ser menor, tenía que morir después que él. Estaba seguro de que iba a ser así. Nunca se le había ocurrido pensar que ese familiar se podía morir primero. Contaba con que cuando él se muriera el familiar se iba a hacer cargo de administrar sus bienes. Entonces, ese golpe inesperado, le produjo una conmoción muy profunda. Y se encontró con que ya no podía organizarse, ya no podía cumplir sus rutinas, porque habían perdido sentido, ya no le servían. Y todas estas estrategias que él había mamado de su grupo familiar, ese repertorio de respuestas que le fue tan útil en su profesión, etcétera, etcétera, de pronto no le sirvió más. Perdió sentido, se le hizo añicos con ese acontecimiento. Y este acontecimiento de alguna manera, provocó que ese repertorio de respuestas, que ese conjunto de estrategias que hasta ese momento había conformado su estilo de vida y le había posibilitado ser exitoso y hasta estar orgulloso de su manera de ser, de pronto se convirtiera en su gran problema. Porque al no contar con otras respuestas, él intentaba repetir esas rutinas. Pero como habían perdido su sentido, no le sirvieron más y se transformaron en un síntoma. Las mismas estrategias que eran el soporte de su salud mental devinieron en un síntoma. O sea, que aquello que era el carácter, aquello que era la personalidad de este hombre, de pronto se constituyó en síntoma, se constituyó en señal de enfermedad. Al no poder desprenderse de esas rutinas cuando comprobó que habían perdido el sentido, al no poder desprenderse de esas estrategias, su repertorio de respuestas se constituyó en el estereotipo que lo estaba haciendo sufrir. Y que le impedía crear una nueva subjetividad, con algunas estrategias distintas de las que había tenido hasta ese momento.

Por eso les digo que es muy difícil trasladar de lo orgánico a lo psíquico ese concepto de salud que supone un estado de armonía, una situación de equilibrio, una relación estable con el medio. Yo creo que no nos sirve esa definición para entender la salud mental que es ni más ni menos que el objetivo de nuestra profesión.

Entonces, nosotros al trabajar en la salud mental, lo que vamos a buscar mo es la falta de conflictos, sino que vamos a buscar que el sujeto pueda manifestar su creatividad. Vamos a buscar que el sujeto se manifieste capaz de generar nuevas alternativas. Vamos a tratar de que el sujeto pueda generar una nueva subjetividad.

Por eso hay quienes comparan al psicoanálisis con el parto. Dicen que un psicoanalista es como un partero. Porque él no puede hacerle el hijo a su paciente. Lo que puede hacer es acompañar ese nacimiento tratando de que el hijo sea parido con el menor sufrimiento posible. Y esta es una metáfora hermosa con relación a nuestra profesión. Porque justamente, lo que nosotros hacemos es ayudar a nacer a ese niño de la ecuación freudiana, que es la metáfora de la creación de una nueva subjetividad.
A veces, este nacimiento de una nueva subjetividad se puede dar sin nuestra intervención. O sea, se puede dar sin necesidad de un tratamiento. Hay una película que se llama «Elsa y Fred», que es un ejemplo de esto. Es un viejito que está deprimido porque se le murió la mujer y se le rompieron todos los esquemas. Había vivido entre las pildoritas y las órdenes de la mujer. Y al quedar viudo se le cayó la estantería, perdió la base de todas sus rutinas. Y resulta que se encuentra con una vieja chiflada, que de pronto, operó desde lo real, sin ser psicoanalista. Y logró cambiarle la vida, le ayudó a crear una nueva subjetividad. En este caso no hizo falta el psicoanalissta.

Pero lo que vamos a buscar los analistas, es ese tipo de efectos. Lo que vamos a buscar es que la persona descubra que puede crear un nuevo proyecto aunque tenga ochenta años. Sartre dice que el ser humano es un generador de proyectos hasta el momento de morirse. Sólo deja de generar proyectos cuando se murió. Que es lo mismo que dice Freud, cuando dice que el ser humano tiene que desear hasta la muerte. Y es lo mismo que dice el dicho criollo, no está muerto quien pelea.
Ahora, ¿qué tendrá que ver esto con la sociología y con la antropología? Tanto la sociología como la antropología se ocuparon también de la salud y de la enfermedad. A nosotros nos interesa analizar la concepción que elaboraron a propósito de salud y de eenfermedad la sociología y la antropología, para ver si hay conceptos que puedan ser útiles a nuestro objetivo. Y para distinguir nuestro objetivo del objetivo de la sociología y del objetivo de la antropología con relación a la salud y a la enfermedad.

Una de las cosas que nos muestra la antropología es que culturalmente, hay definiciones diferentes con respecto al dolor y a la muerte. Con respecto a la aceptación del dolor y de la muerte. Y que estas diferentes definiciones son hechos culturales que se construyen como vimos que se construyen las otredades y las identidades. Yo agregué en el blog algunos artículos de un antropólogo que se llama David Le Breton. No les va a resultar pesado leerlo porque tiene un lenguaje bastante claro, bastante interesante. El muestra el diferente valor que va teniendo el cuerpo en las diferentes culturas, como consecuencia de lo que se considera salud y de lo que se considera enfermedad en cada una de esas culturas. Esto nos ayuda a nosotros a construir un concepto diferente de salud y de enfermedad. Es un aporte de la antropología que nos puede ayudar a desprendernos del concepto egemónico que nos impone la medicina.

Porque hasta ahora, todo lo que atañe a la salud está de alguna manera, basado en el modelo egemónico de la medicina. Porque se supone que la medicina, al tratar de un objeto concreto y tangible, es la verdadera ciencia. Se supone que los psicólogos estamos para los problemas menores, para la palmoterapia, digamos. Está instalada en la sociedad esta idea de que cuando se trata de un problema serio, de que cuando se trata de una gran angustia es para el psiquiatra. Y cuando se trata de algo intrascendente, es para el psicólogo. Esto es lo que por ahora, está impreso en el imaginario social.

Por ahora. Nosotros tenemos que trabajar para que no siga siendo así. Incluso los estudiantes de psicología creen esto. En otra materia yo les preguntaba cuándo tiene que intervenir el psicólogo, y la mayoría de los chicos, eran de primer año, contestaba que el psicólogo es para los casos leves y el psiquiatra para los casos graves. Como si de pronto, tratar una psicosis desde el punto de vista psicológico fuese una cuestión menor.

La antropología nos aporta esto de que los conceptos de salud y de enfermedad, se construyen. Y nosotros tenemos que construir el concepto de salud mental. Tenemos que contribuir a que se construya el concepto de salud mental. Es parte del ejercicio profesional trabajar para la construcción del concepto de salud mental. Una de nuestras tareas en psicología preventiva, es mostrar que son cosas distintas la salud mental y la salud física. Y que la psicología se ocupa de la salud mental, tanto en los casos leves como en los casos graves.
Otro aporte importantísimo de la antropología es el descubrimiento de Lévistraus acerca del intercambio de mensajes, de bienes y de mujeres. Una de las cosas que nosotros tenemos que aprovechar de la antropología, es que algunos antropólogos han sido brillantes en cuanto a retratar culturas diferentes. Y la antropología estructural nos ha mostrado ciertas constantes en todos esos retratos culturales. Cuando digo retratos culturales me refiero a la descripción de identidades culturales que han hecho muchos antropólogos. Una de las constantes que nos muestra la antropología estructural, es que en todas las culturas hay tres tipos de intercambio entre los sujetos que constituyen cada cultura. Estos tres tipos de intercambio son el intercambio de mensajes, el intercambio de bienes y el intercambio de mujeres.

Vamos a esplicitar un poquito esto para ver cómo se relaciona con las cosas que nosotros desarrollamos a propósito del psicoanálisis. En cuanto al intercambio de mensajes, nosotros sabemos que no puede faltar en ninguna cultura, porque el ser humano está atravesado por el lenguaje. Y el lenguaje humano no se realiza si no existe el mensaje. Y el lenguaje es esencial en el ser humano. Nosotros vimos que la capacidad simbólica es precisamente, esto de poder significar algo para el otro. Es lógico que toda cultura tenga en su base, una modalidad para el intercambio de los mensajes. Dentro de los pequeños grupos primarios se intercambian mensajes, pero para que esos grupos primarios se constituyan en una cultura, hace falta que los mensajes trasciendan el grupo primario. Que es cuando se genera la socialización secundaria. Cuando los mensajes de la familia empiezan a mostrar al bebé que hay grupos distintos donde tiene que expresarse de un modo distinto. Por ejemplo cuando la mamá le pregunta cómo se portó en el jardín, si jugó con los nenes, si le quitaron el juguete, si le prestaron, si se peleó etcétera, etcétera. Y así se le empieza a hablar de ciertos episodios contensiosos que tienen que ver con el nuevo ámbito al que concurre, la guardería, el jardín y sobre todo, la escuela. Este intercambio de mensajes con el afuera de la familia, es el que va conformando la cultura. La cultura es fruto de esos intercambios de mensajes entre familias.
Otra cosa que se encuentra en la base de toda cultura, es una modalidad de distribución de los bienes y de intercambio de los bienes. Que es el modo de acceder a esos bienes necesarios para la subsistencia y y el desarrollo del ciclo vital. Esos bienes, esos objetos que por otra parte, son los que permiten la satisfacción parcial de las distintas pulsiones. Nosotros desarrollamos ya acá esto de que los bienes que se producen, se distribuyen y se intercambian, están al servicio de las satisfacciones pulsionales. Estos bienes que circulan en el ámbito interfamiliar, van posibilitando el desarrollo cultural y el desarrollo social. Me refiero a desarrollo en el sentido de la posibilidad de generar nuevos objetos. este desarrollo se da gracias al intercambio generalizado que se posibilita por medio del dinero. Fíjense que estamos recorriendo otra vez la ecuación freudiana. El renunciamiento a las heces tiene que ver con el nacimiento del lenguaje. El hecho de que tengamos que nombrar las cosas, que tengamos que significar algo para otro, todo eso tiene que ver con el renunciamiento a las heces, digamos. Si podemos intercambiar mensajes es gracias a que renunciamos a los objetos y los representamos en las palabras.
Si no fuera porque generamos representaciones de palabra, no podríamos desarrollar las relaciones con los demás seres humanos. Por otra parte, lo que posibilita que vayamos obteniendo satisfacciones parciales es el intercambio de bienes que circulan gracias al dinero,. El dinero es el símbolo que permite establecer equivalencias entre los distintos bienes.
Y acá viene lo más difícil de escuchar, sobre todo para las chicas, porque L'évistraus descubrió que en todas las culturas hay intercambio de mujeres. ¿Qué quiere decir esto del intercambio de mujeres? Que en todas las sociedades se hacen matrimonios en función de producir alianzas. Son pactos en los que las familias se unen con la finalidad de sostener un linaje. Se unen con la finalidad de sostener un lugar de poder. O sea, que ahí está jugando el nombre del padre. Aunque puede ser que el poder que se busca afianzar, no se refiera precisamente al padre, estos pactos siempre tienen que ver con el fortalecimiento de un linaje. Son pactos de poder.

Pero nosotros vamos a hacer otra lectura de esto del intercambio de mujeres. Nosotros, tomando a Lacan, dijimos que la mujer no existe. Si no existe, no se puede intercambiar. Entonces, ¿qué es lo que se intercambia en este supuesto intercambio de mujeres? Y acá tenemos que ver precisamente, el concepto de poder. Si la mujer no existe, ¿qué es lo que hacemos circular? Así como circulan los mensajes, así como circulan los bienes, en este caso, hacemos circular el vacío, hacemos circular la insuficiencia. Porque la mujer, como objeto de goce, no existe. La mujer es tan deseante como el hombre.

Entonces, con las alianzas que se producen para crear nuevas familias, se generan relaciones de poder. Porque nosotros podríamos definir al poder como la acción de un sujeto que es capaz de inducir a otro sujeto a realizar otra acción. Hay que pensar que el poder no siempre se vincula con la violencia, que el poder digamos, no siempre se impone por el peso de la fuerza material. El poder puede expresarse en distintas modalidades y hay distintas estrategias de poder. Está el poder de la seducción, el poder de la convicción, el poder de la sabiduría, el poder de la paciencia, etcétera, etcétera. O sea, que hay muchas formas en las que un sujeto puede inducir a otro a realizar determinada acción. ¿Y para qué esto? ¿Cuál es el objetivo del poder? El objetivo del poder es, por excelencia, la reedición del encuentro fundante. O sea, que el poder tiene que ver con la circulación de nuestra posibilidad de acceder al bien supremo, al goce total. Ese goce que todas las culturas han identificado con el lugar de la mujer.

Ya hace más de un siglo que primero Nietzsche, después Lacan y todos los seguidores de Nietzsche y De Lacan, vienen luchando para desinstalar ese concepto de la mujer como lugar del goce del otro. Sin embargo, todavía es muy difícil de escuchar esto de que ese lugar no existe. Pese a que esto viene de la mano con el reconocimiento de que la mujer también desea el goce, con el reconocimiento de que también tiene derecho al goce y de que puede gozar. Hasta las feministas se enfurecen contra Lacan cuando dice que la mujer no existe. Y no pueden escuchar en qué sentido lo dice. Esto tiene que ver con la dificultad para escuchar que hay una imposibilidad, que no existe ese bien supremo, que en realidad, hacia donde nos estamos tirando es hacia un vacío. Porque no existe ese bien supremo, no existe ese goce total.

No obstante nosotros lo seguimos buscando, aunque aceptemos la insuficiencia, aunque aceptemos la imposibilidad. Aún después de reconocer que el goce total no existe, lo vamos a seguir buscando. Las alianzas se hacen para tratar de alcanzar ese bien articulador de todos los bienes, que implica todas las satisfacciones posibles. Las alianzas se hacen para alcanzar la plenitud.
Cuando tratamos de formar una pareja es porque estamos buscando aquel bien capaz de satisfacer todas nuestras demandas pulsionales. Y esto es lo que Freud vio en la genitalidad. Al principio, cuando estaba descubriendo el psicoanálisis, Freud decía que en la unión genital, en la cópula, el ser humano consigue articular la satisfacción de todas sus pulsiones. En el momento de hacer el amor se realizan, se experimentan, se integran todas las satisfacciones pulsionales. Eso es cuando todo va bien, cosa que sucede pocas veces, pero uno lo busca. A veces no se da en toda la vida, pero uno lo busca. Esa búsqueda es lo que circula, es lo que intercambiamos. Ese intercambio de mujeres del que habla L'ébistraus, nosotros lo podemos definir como el intercambio de ese vacío. Lo podemos definir como el intercambio de esa búsqueda del poder de acceder al goce total. El construir esa alianza es tratar de alguna manera, de construir el momento de la inmortalidad, es tratar de construir algo así como el momento de la plenitud. Y es eso lo que intercambiamos, es eso lo que tiene que circular digamos, a nivel del poder. Y es eso lo que se da en todas las culturas. O sea, que en todas las culturas hay intercambio de mensajes, hay intercambio de bienes por los que accedemos a satisfacciones parciales y hay también, intercambio de poder.
Ahora bien, desde el punto de vista de la singularidad, podemos dar un pasito más con relación a la salud mental. Y podemos decir que la salud mental tiene que ver con la posibilidad de que también a nivel singular, circulen los mensajes, circulen las satisfacciones pulsionales y que también circule el poder a nivel singular.
Quiero proponerles una reflexión que tal vez les resulte útil para cuando estudien psicopatología. Lo que les propongo pensar es que la interrupción en cada uno de estos niveles, puede llegar a constituir la base de una estructura clínica diferente. Podemos decir que la interrupción del intercambio a nivel del poder, es lo que define a la psicosis. Porque algo que caracteriza a la psicosis, es la imposibilidad de hacer contratos, la imposibilidad de pactar. El psicótico no puede hacer contratos. Y si los hace, no van a tener validez. ¿Por qué? Porque al psicótico le falta lo esencial para poder realizar ese pacto. Lo esencial para hacer un pacto es tener un código en común. Y el psicótico no puede compartir un código con los demás. Aún conociendo el lenguaje, el psicótico no comparte con los demás un mismo orden dentro de ese código, por eso no puede responder, mo es responsable. El psicótico tiene una deficiencia a nivel del nombre del padre. El psicótico no tiene incorporado el nombre del padre, que es el organizador de todos los significantes. Entonces, no comparte los patrones culturales. Por lo tanto, hay una interrupción a nivel del poder. Para el psicótico hay una imposibilidad con respecto al poder.
Siempre a nivel singular, la interrupción de la circulación de bienes nos daría como efecto una estructura perversa. Porque, ¿qué sería la interrupción de la circulación de bienes? Sería tratar de satisfacer pulsiones aisladas, sin buscar el encuentro con el otro, evitando el encuentro con el otro.
Y la interrupción de la circulación de mensajes nos daría como efecto una estructura neurótica. Porque en la base de toda neurosis hay una palabra reprimida, una palabra que no puede circular, una palabra que no puede ser dicha. Esa palabra que queda prohibida, está asociada, inconscientemente, por la historia del sujeto, a la posibilidad de acceder al goce total. Pronunciar esa palabra implica transgredir la ley del no todo.


PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA

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