Monday, July 03, 2006

CLASE 6 26 DE MAYO DE 2006
PROBLEMÁTICAS SOCIOLÓGICAS Y ANTROPOLÓGICAS
PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA


Decíamos que Marx se preguntó qué es lo que tienen en común las mercansías, que posibilita compararlas y otorgarles valores diferentes o equivalentes, según el caso.
Porque de pronto, un par de zapatos vale lo mismo que un reloj y eso lleva a preguntarse cómo se puede establecer una equivalencia entre cosas tan distintas.
Y así llegó Marx a esta conclusión: La magnitud que sirve para establecer el valor de cambio de las mercansías es el tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario para producir cada mercansía.
Este tiempo no se refiere a ningún trabajo específico, por eso es general y abstracto.
Porque está referido al conjunto de todos los trabajos que el sujeto productor necesita hacer para crear esa mercansía.
Y es socialmente necesario, porque el sujeto que necesita emplear ese tiempo de trabajo general y abstracto para producir la mercansía, es el conjunto de la sociedad.
En términos más simples, como para facilitar la comprensión, sería algo así como un promedio del tiempo de trabajo que le insume a la sociedad crear determinada mercansía.
Pero esto no es exacto.
El concepto correcto es: tiempo de trabajo gemeral y abstracto socialmente necesario.
Ahora bien, también es necesario que las mercansías tengan un valor de uso.
No tendría sentido producir cosas que no le sirven para nada a nadie.
Y si se produjeran, no se les podría aplicar ningún criterio de equivalencia.
O sea, que una mercansía que no tuviese valor de uso, tampoco tendría valor de cambio.
Para Marx el valor de uso existe cuando la mercansía satisface alguna necesidad.
Nosotros dijimos que son los gustos los que le atribuyen el valor de uso a las mercansías.
Digo necesidad aludiendo a funciones biológicas y digo gusto, aludiendo a funciones psíquicas.
También dijimos que Marx tuvo una limitación en el hecho de que en su época no contaba con los desarrollos de la lingüística y del psicoanálisis.
Marx no contaba con los conceptos de lo real, de lo imaginario y de lo simbólico en la acepción que aportan los desarrollos de Lacan.
Sim embargo, Marx alude a ciertos aspectos que permiten atisbar que ya vislumbraba que hay algo del orden de lo imaginario en esto del valor de uso.
Cuando se refiere al valor de uso de los objetos de arte, él se da cuenta de que hay algo distinto, algo que no puede relacionarse con una necesidad biológica.
Pero no llegó a conocer la dinámica que hay entre deseo y goce, que es una teoría que se desarrolló a partir del psicoanálisis, sobre todo con los desarrollos que aportó Lacan.
Los neomarxistas revisando a Marx, hicieron una serie de desarrollos acerca de distintas modalidades para establecer el valor de uso.
Y muchos antropólogos empezaron a inclinarse hacia el estudio del consumo.
incluso hay una antropología que se denomina antropología del consumo.
García Canclini, por ejemplo, es un antropólogo contemporáneo que dice que el modo de consumo permite distinguirculturas, subculturas, grupos y estamentos sociales.
Por otro lado, hay Sociólogos como Bordieu y Baudrillard, que hablan de que en definitiva, lo que determina al mercado es el gusto.
Están aludiendo a lo mismo.
Están aludiendo al consumo.
Están aludiendo a que el mercado se mueve según los gustos del consumidor.
El consumidor elige y a partir de esa elección va determinando el mercado.
Esta es una forma de entender cómo se va dando ese ciclo que dijimos que tiene cuatro lugares: Producción, distribución, intercambio y consumo.
Aclaro para los que no estuvieron en la clase pasada, que habíamos empezado a hablar de los aportes de la sociología.
De paso, repito que la sociología apunta más bien al estudio de la dinámica de las sociedades humanas, así como la antropología apunta a distinguir y comparar las diferentes culturas.
La sociología trata de emtender cómo y por qué se producen los cambios sociales.
A mi modo de ver, estas teorías acerca del gusto, y esto de pensar en un sujeto consumidor que determina al mercado, tiene ciertas limitaciones.
Y creo que el psicoanálisis aporta elementos que permiten superar esas limitaciones.
O al menos, posibilitan alguna reflexión que tal vez nos ayude a avanzar en ese sentido.

¿Hasta qué punto se justifica poner tanto énfasis en el rol del consumo? Los electrodomésticos también consumen, las mascotas también consumen.
O sea, que la capacidad de consumir no es distintiva del ser humano.

El perro también es consumidor, el televisor también es consumidor.
En aquello que distingue al consumo del consumidor humano del consumo de los otros consumidores, es donde me parece que tenemos que indagar un poquito.
Porque es algo que también tiene que ver con la construcción y con la constitución del sujeto productor.
Todo aquello que va conformando al sujeto consumidor, tiene que ver con todo aquello que conforma al sujeto productor.
Esto lo vimos en la clase pasada cuando les dije que el ciclo económico cierra porque el sujeto productor tiene que consumir para poder producir.
El trabajador tiene que comer para poder trabajar.
La producción y el consumo se encuentran.
Esto es lo que cierra el ciclo.
Por eso circula todo esto del trabajo.
Se distribuye, se intercambia.
Y por eso se produce la plusvalía.
Lo que quiero mostrarles es que así como se construye la idea del valor a partir de encontrar qué tienen en común las mercansías para poder tener un precio, también se construye la forma en que se consume.
Y es a ese punto donde vamos a tratar de enfocar la clase de hoy.
Vamos a pensar en qué quiere decir esto de elegir.
Qué quiere decir yo elijo esto o yo elijo esto otro.
Cómo es que podemos elegiren un momento dado, emtre comer papas fritas o leer un libro.
pregunta: «¿Según la necesidad y según la satisfacción que me dé el objeto del deseo?
Prada: Sí, pero no es tan sencillo, porque las dos cosas te dan alguna satisfacción.
Y vos elegís en qué momento hacer una o la otra.
Aunque tengas hambre, puede ser que decidas leer antes de comer.
Porque estás afuera y preferís ir a comer a tu casa, porque esperás para comer acompañada, etcétera.
O porque mañana es el exámen y te urge leer mientras no tengas sueño.
O simplemente, porque estás con una novela que te atrapó y faltan pocas páginas para terminarla.
Por cualquiera de esos motivos, y podríamos pensar muchos más, puede ser que te quedes leyendo aunque te duela el estómago de hambre.
O sea, que no es la necesidad biológica la que determina tu elección.
Nosotros podemos postergar las necesidades biológicas en función de otras necesidades.
Podemos postergar una necesidad biológica para darnos otro gusto.
En eso nos diferenciamos del resto de los animales.
Ahora bien, la cuestión es, cómo podemos comparar satisfacciones tan distintas, para saber cuál es la que mejor nos va a satisfacer en tal o cuál momento.
Porque no es lo mismo quedarse estudiando que salir a bailar, no es lo mismo ponerse a hacer un postre que irse de paseo al shopping, no es lo mismo dormir la siesta que hacer jimnasia.
Son todas satisfacciones muy diferentes.
¿Cómo es que podemos compararlas? ¿Cómo podemos saber cuál nos va a satisfacer más en determinado momento? ¿Cómo es que podemos elegir.
Cómo es que establecemos equivalencias para poder decir que en este momento me gusta más hacer una cosa o la otra? Por qué ustedes pueden decidir venir a la facultad a estudiar en vez de ir al cine.
Tienen que tener algo en común todas estas cosas para que nosotros podamos compararlas y elegir.
Vimos un problema parecido en eso de que mercansías diferentes puedan tener el mismo valor de cambio.
Y así como Marx encontró aquello que tienen en común las mercansías, aquello que posibilita establecer relaciones de equivalencia entre las mercansías, Freud y Lacan, digamos, el psicoanálisis, explican cómo es posible esto de los gustos, cómo es posible esto de elegir, cómo es posible comparar y establecer equivalencias entre cosas tan distintas como el gusto de ver una película y el gusto de venir a escuchar a un tipo 'que se manda una perorata de una hora.
Alguna satisfacción hay en este sacrificio.
Y de alguna manera, ustedes comparan esa satisfacción con la satisfacción de ver una película y se deciden por venir a la facultad.
Ahora bien, ¿qué será lo que tienen en común todas estas satisfacciones tan diferentes? Ustedes están postergando una diversión para darle prioridad al estudio.
Alguna satisfacción tienen que encontrar en eso.
Si podemos postergar una cosa que nos gusta para darle prioridad a otra cosa que también nos gusta, es porque podemos comparar los gustos, podemos comparar las satisfacciones que obtenemos de cada cosa.
Si no, no podríamos producir esas postergaciones.
Los otros animales no pueden postergar la satisfacción de una de sus necesidades para darle prioridad a otra necesidad.
Los otros animales no pueden elegir, porque tampoco pueden comparar.
pregunta:
«Si yo agarro las llaves para ir a la calle, mi perro deja de comer y me sigue.
Si un animal deja de comer para ir a pasear, Ahí, ¿no está eligiendo?»
Prada: Es porque ya está satisfecho.
Si estuviera hambriento no te seguiría.
El perro no puede proyectar.
El perro no puede esfecular.
El perro hace lo que necesita en el momento.
Nosotros, aveces estamos horas acá, postergando otras cosas que tenemos ganas de hacer.
Cuando cumplimos el horario de trabajo, la mayoría de las veces, no es porque tenemos muchas ganas de trabajar.
Una estudiante: «Yo siempre que estoy en la oficina tengo ganas de salir, de irme de viaje.
»
Prada: Claro.
Eso está vinculado con que vos estás buscando otras satisfacciones.
Y tu trabajo es un sacrificio que hacés para lograr esas otras satisfacciones.
Pero tampoco hacés cualquier sacrificio.
De pronto, podrías ganar más dinero dedicándote a la prostitución.
Pero vos elegís la oficina, te guste o no te guste el trabajo de la oficina.
Fíjense cuántas cosas convergen en esto de elegir.
Todas estas elecciones implican satisfacciones distintas.
Y volvemos a la cuestión de cómo se establecen las comparaciones, de cómo se establecen las equivalencias para poder decir, esto me gusta más que esto otro.
Y ahora tenemos que empezar a distinguir que es esto de las satisfacciones, qué es esto de los gustos.
Esto de los gustos tiene que ver con el hecho de que nosotros, los seres humanos, no satisfacemos necesidades biológicas, sino pulsiones.
No me voy a extender demasiado a propósito del concepto de pulsión, pero quiero que veamos algunas cuestiones elementales que son imprescindibles para entender cual es la raíz de nuestras elecciones.
Porque a lo que estoy apuntando es a ver qué es esto que se llama el gusto del consumidor, y que los sociólogos dicen que determina al mercado.
Hay derechos del consumidor, hay instituciones que se dedican a la defensa del consumidor.
Quiere decir que hay una potenciación de la categoría de consumidor, que no es nueva, pero ahora se está potenciando notablemente.
Entonces, es importante ver qué es, quién es el consumidor.
Por eso estoy tratando de que analicemos en profundidad qué es esto de elegir, qué somos nosotros como consumidores.
Y es en ese sentido que estoy tratando de que veamos que es esto de las satisfacciones.
Y ahora vamos a ver algunos indicios de lo que es la pulsión.
Porque la pulsión es justamente, lo que nos diferencia del perro, nos diferencia del televisor, la pulsión nos diferencia de todos los demás consumidores.
Porque solamente en los seres humanos se dan las pulsiones.
El que descubrió esto en principio, fue Freud.
Freud desarrolló con mucha claridad lo que se refiere a la pulsión oral y a la pulsión anal.
En la divulgación del psicoanálisis se ha confundido mucho la pulsión oral con la alimentación.
Pero la pulsión oral tiene que ver con cosas que van mucho más allá de lo que es el alimento material, el alimento concreto, la comida, digamos, el alimento en sentido literal.
Si bien metafóricamente, toma como modelo a la alimentación, la pulsión oral va mucho más allá.
La pulsión oral tiene que ver con aquello que vamos incorporando a ese mundo imaginario que nosotros necesitamos para vivir, a ese eco sistema que nosotros necesitamos para poder desarrollar nuestros actos vitales.
Pregunta: «¿Por qué se llama pulsión oral?»
Prada: Se llama pulsión oral porque toma su modelo de la incorporación del alimento que se hace por vía oral.
Freud descubre esta pulsión observando cómo el bebé se lleva todo a la boca y succiona todo, como tratando de conocer, como tratando de incorporar el mundo por el mismo mecanismo que le sirve para incorporar el alimento.
Por eso le llama pulsión oral.
La mamá, los otros, le van diciendo al bebé lo que es bueno incorporar y lo que debe rechazar, cuando le dicen, que esto es papa y que aquello es caca.
Al principio Freud creyó que era una etapa inicial, digamos, una forma primaria de ir incorporando el mundo.
Pero después se fue descubriendo que es una cuestión estructural, permanente.
La oralidad no se termina con la lactancia, sino que es una modalidad de relación con el mundo que subsiste toda la vida.
Esta pulsión tiene que ver con el estudio, que es la incorporación de conocimientos, de saberes, todo eso forma parte de la oralidad.
Fíjense que saberes, es muy parecido a sabores.
Y esto se refleja en el lenguaje cotidiano.
Algunas expresiones demuestran que hay cierta intuición popular acerca de este tema de la oralidad.
Cuando un libro nos entusiasmó y lo leímos en poco tiempo, decimos que lo devoramos, al compañero que estudia mucho le decimos que es un traga.
Le llamamos traga al estudiante en el que tiene cierta prepomderancia la pulsión oral.
Porque al poner tanto empeño en incorporar conocimientos, de alguna manera, le está dando prioridad a la satisfacción oral.
También puede ser que estudie sólo por las notas, se juegan distintas cosas en eso de ser traga, no son todos lo mismo.
Pero siempre hay algo del orden de la oralidad, siempre hay algo relativo a la pulsión oral.
Y eso no tiene que ver con el hecho de comer, ni nada por el estilo.

La pulsión anal se refiere al dar, se refiere a la entrega, a la donación.
Freud asocia esto con la analidad porque cuando el bebé da su caca, está dando algo muy importante.
A veces la mamá le hace ascos a la caca y dice qué olor feo, qué bebé puerco, y cosas así.
Porque la caca también representa aquello que debemos desechar, aquello que queremos expulsar lejos de nosotros, aquello con lo que no queremos tener contacto.
Pero cuando el bebé no hace caca, la mamá se angustia tanto como cuando el bebé no quiere comer.
Emtonces, cuando el bebé hace caca, la mamá le festeja, aplaude, le dice que hizo una caquita muy linda y cosas así.
Si el bebé no come, no puede vivir.
Y si no hace caca, tampoco puede vivir.
O sea, que cuando el bebé da su caca, cuando renuncia a sus heces, le está haciendo un regalo a la mamá.
Cuando el papá pregunta cómo está el nene y la mamá le dice que tomó la teta, hizo caquita y se durmió, es un momento de felicidad para esos padres, porque el bebé les ha echo un hermoso regalo.
La antropología nos enseña que en todas las culturas existen momentos y ceremonias en los que se deben dar regalos.
Entre nosotros hay muchos, los cumpleaños, el día de los enamorados, el día de la madre, etcétera, etcétera.
Pero en todas las culturas hay algo del orden del regalo, hay algo del orden del don, algo del orden del dar.
Este dar, es lo que está en la base de ese dar del bebé cuando cede sus heces, cuando cede su caca a la mamá.
Y por eso Freud lo llama el momento de la analidad.
En la etapa del aprendizaje del control de esfínteres, la caca es linda si el bebé la hace en el lugar debido.
pero es sucia, asquerosa, cochina, si la hace donde no debe o si el bebé quiere jugar con la caca.
Y el bebé hace donde le piden que haga y renuncia a jugar con sus heces.
El bebé da y renuncia en función de satisfacer a la mamá, en función de ser querido, en función de ser aceptado por los otros.
Pregunta: «El trabajo, ¿es dar para nosotros mismos?»
Prada: Cuando vos trabajás no lo hacés sólo por vos.
no te da lo mismo cualquier trabajo, porque vos querés dar lo mejor que te sentís capaz de dar.
Cuando no aceptás un trabajo porque te parece que estás para algo mejor, es porque querés dar lo mejor de vos en tu trabajo.
No te da lo mismo dar cualquier cosa.
En el trabajo se pone en juego el tema del intercambio con los demás.
En el trabajo siempre hay un entregar, siempre hay un renunciar a algo.
Cuando trabajás siempre estás postergando otras satisfacciones, pero también, y Aunque no te guste tu trabajo, el hecho de trabajar, siempre implica alguna satisfacción.
Ya de por sí, hay una satisfacción en el hecho de trabajar, y ganar dinero y con ese dinero poder hacer lo que queremos.
Pero si te pagan por tu trabajo es porque estás dando algo que es aceptado y es valorado.
La paga es el reconocimiento del valor de aquello que das cuando das tu trabajo.
Y el dinero de la paga no es sólo para vos.
Aunque te lo eches todo encima, como se suele decir, no es sólo para vos.
Es para dar una buena imagen, siempre es dar algo.
Si no hubiera nadie para mirarte, no te importaría empilchar.
Y si te lo gastás para estudiar es porque querés capacitarte para darle más a la sociedad.
Se trabaja para darle un buen pasar a la familia, para darle una buena educación a los hijos, etcétera, etcétera.
El profesional que no tiene trabajo en su profesión, se siemte insatisfecho aunque gane bien como quiosquero, como taxista o como cartonero.
Siente que puede dar más, que para eso estudió.
O sea, incorporó conocimiento, se alimentó de saberes, tiene mucho para entregar.
Y se siente mal porque lo mejor que puede entregar no es valorado, no es aceptado.
En el trabajo siempre hay algo del orden del dar.
Dar en función de ser aceptado, de ser reconocido, de ser valorado.
Entonces, hasta acá vimos la pulsión oral y la pulsión anal, que son las que Freud desarrolló en profundidad.

Hay otras dos pulsiones de las que ya se había ocupado Freud, pero el que las desarrolló con más precisión y con más claridad, fue Lacan.
Porque para comprenderlas se necesitaba contar con los conceptos de real, imaginario y simbólico, que Lacan pudo terminar de definirlos con ayuda de algunos aportes de la lingüística que fueron posteriores a Freud.
Estas dos pulsiones son la pulsión escópica y la pulsión de la voz.
La pulsión escópica tiene que ver con el sentir la mirada del otro y con el poder mirar al otro.
Esto de sentir la mirada del otro, no es el mirar y el ser mirado en sentido literal.
Lo subrayo especialmente, porque a las personas ciegas nos perjudica muchísimo la interpretación literal en este caso.
Conozco una chica ciega que recurrió a la justicia para recuperar a su beba, que se la había apropiado su madre, o sea, la abuela materna de la beba.
Y el juez compartió la opinión de la apropiadora,en el sentido de que la mamá de la beba, por el hecho de ser ciega, no podía hacerse cargo de la crianza.
Y esto sigue sucediendo pese a que hay miles de madres ciegas que crían a sus bebés.
Ustedes después hagan su propia masticación de todo lo que yo les doy.
Porque aunque yo estoy trabajando estos conceptos en función de tratar de darles a ustedes lo mejor de lo que yo les puedo dar, eso no quiere decir que estas sean las verdades absolutas.
Y me parece que es importante que reflexionen acerca de estos temas, porque creo que la mayoría de ustedes no los va a ver más en toda la carrera.
Por eso me interesa que además de enterarse de que existen estos conceptos, tengan elementos para reflexionar.
Me gustaría que escuchen, que se interesen y que profundicen en estos temas.
Porque estoy convencido de que son conceptos muy útiles para nuestra profesión.
Entonces, les decía que la pulsión escópica tiene que ver con el mirar y con el ser mirado, pero no en un sentido literal.
No se trata de la mirada de los ojos materiales, de los ojos biológicos, digamos.
No se trata del sentido de la vista en lo que tiene de materialidad.
La pulsión escópica trasciende a la visión de los ojos, de la misma manera que la pulsión oral trasciende a la alimentación y la pulsión anal trasciende a la eliminación de las heces.
La pulsión escópica no tiene que ver exclusivamente con la función de ver del ojo, pero Toma el modelo del ojo, toma el modelo de la mirada.
Por eso decimos que hay que mirar al chico para cuidarlo.
Pero lo que el bebé necesita, es una mirada confirmatoria, una mirada de aprobación.
Cuando un bebé se mira en el espejo, o sea, cuando un bebé va construyendo su mundo imaginario, necesita la mirada afirmatoria, la mirada aprobatoria del sujeto que lo ama.
Esto se presentifica en las religiones, cuando nos hablan de la omnipresente mirada de Dios.
La mirada de Dios no es un ojo que nos sigue a todas partes.
La mirada de Dios es esa presencia confirmatoria que nos acompaña siempre.
Esa presencia que, según haya predominado el amor o el temor en nuestro proceso de incorporación de la ley, unas veces puede ser la protección del ángel de la guarda, o del amor del prójimo, y otras veces puede ser una vigilancia con amenaza de castigo.
La satisfacción de la pulsión escópica está en la certeza de esa presencia, pero no depende exclusivamente de la vista.
En la oscuridad de la noche el bebé se despierta y la mamá, sin prender la luz, para no desvelarlo, le habla o lo acaricia y el bebé se calma.
La mamá no necesitó ver al bebé para saber que se había despertado, ni el bebé necesitó ver a la mamá para confirmar su presencia.
En la disciplina zen, el ideal supremo de un arquero, es dar en el blanco con los ojos cerrados.
Ese es un ejemplo caval de lo que estoy tratando de demostrar.
El objeto del tiro al blanco es confirmar la percepción que el tirador tiene de ese real hacia el que dirige su flecha.
Cuando la flecha alcanza el blanco el tirador confirma que estaba allí aquello que su percepción le dijo que estaba allí.
Y percibirlo con precisión aún sin mirarlo, es la suprema satisfacción del tirador.
En el lenguaje cotidiano cuando queremos demostrar certidumbre, seguridad, confianza, aludimos a los ojos cerrados.
Hablamos de creeer a ojos cerrados, de firmar a ojos cerrados, de acertar a ojos cerrados.
Entonces, quedamos en que la pulsión escópica no tiene nada que ver en forma concreta y específica, con ninguna necesidad biológica.
La pulsión escópica tiene que ver con la confirmación de que el mundo es real, existe y está ahí, tal como lo percibimos.
Lacan cuenta una anécdota que tiene que ver con esto de la mirada.
Tenía veinte años Lacan y estaba en una barca con pescadores.
Y un pescador le dice que una latita que flotaba en el agua, los estaba mirando.
La latita brilla porque refleja la luz del sol.
El pescador siente que la latita los mira a él y a Lacan.
Y Lacan interpreta que el pescador le está señalando el contraste entre ellos dos.
Lacan es un estudiante, un muchacho de la ciudad, con ropas y modales muy diferentes a los del pescador que es un muchacho curtido por su trabajo.
El pescador percibe esa diferencia como algo significativo y por eso se le ocurre decir que la latita los está mirando.
Y esto es importante porque ahí el pescador y también Lacan, están viendo lo que se llama la mirada signo, que es aquella mirada que nos dice, que nos muestra lo que somos.
Esa mirada signo es la mirada por la cual vamos conformando nuestro mundo imaginario.
Y por último nos queda la pulsión de la voz.
Estoy tratando de acercarlos a la base de estos conceptos con la limitación del poco tiempo que tenemos.
La pulsión de la voz tiene que ver con el mandato imperativo de las órdenes que se van construyendo por la demanda que percibimos desde los otros.
Y los sordos también perciben este mandato, o sea, que esta pulsión de la voz, tampoco tiene que ver con una voz real y concreta que escuchamos por medio del oído.
Aunque toma su modelo del oído, en definitiva es una abstracción que puede percibirse por otros medios.
Eso de que por ejemplo, a nuestros padres les gustaría que seamos esto o aquello, se va constituyendo en una voz que de alguna manera, nos manda, nos ordena tener en cuenta ese gusto.
El hecho de que busquemos la felicidad, el hecho de que busquemos el goce, el hecho de que busquemos disfrutar de la vida, es un imperativo.
Estamos obedeciendo a la voz de aquellos para quienes nosotros significamos algo.
Estamos obedeciendo a la voz de aquellos que nos aman y porque nos aman nos demandan que vivamos y que gocemos.
Siempre que aquel que nos ama, sea nuestro padre o quienquiera que sea, manifiesta algo que le gustaría que hagamos, algo que le gustaría que seamos, nos está mandando a vivir, nos está mandando a gozar, nos está mandando a desear.
Y ese es un mandato imperativo básico, que inclusive está en la biblia, en el libro de la eclesiastés, donde la voz de Dios nos manda gozar, nos manda buscar la felicidad a pesar de todo lo que nos pase.
Y eso es también lo que está en la base de la idea del súper yo.
Con todo esto tiene que ver la pulsión de la voz.
Y lo que vamos a hacer para satisfacer la pulsión de la voz, es buscar la felicidad tratando de construirnos un mundo imaginario acorde con la demanda del grupo al que pertenecemos.
Cuando ustedes me dicen que por la educación que recibieron en su familia, no pueden aceptar la cumbia villera, es porque están tratando de satisfacer algo del orden de la pulsión de la voz.
Es algo que tiene que ver con la cultura que ustedes mamaron.
No voy a hablar de eso ahora, pero hay desarrollos que verifican que existe una íntima relación entre la pulsión de la voz y la pulsión oral.
Y me lo quedé pensando por esto que me salió de decir la cultura que ustedes mamaron.
Y la relación entre estas dos pulsiones no es porque la voz sale de la boca, sino porque estos imperativos de la voz, también se incorporan como el alimento.
Entonces, tenemos que hay cuatro modos básicos de satisfacción.
Pero todavía no les hablé de cómo se establece la equivalencia.
Y es que hay otro tipo de satisfacción, que tiene que ver con una pulsión que se distingue de estas otras cuatro.
Así como el dinero se distingue de todas las demás mercansías, porque el dinero se puede cambiar contra cualquier mercansía, y todas las mercansías encuentran su equivalencia en alguna suma de dinero, hay una pulsión que permite establecer relaciones entre las otras cuatro pulsiones.
Es la pulsión sexual.
La pulsión sexual para su satisfacción requiere de la presencia de un otro.
La satisfacción de la pulsión sexual es por definición, el encuentro con el otro.

La satisfacción de la pulsión sexual implica la presencia del otro.
Incluso en la masturbación está la presencia del otro.
Y sin esa fantasía no es posible la satisfacción.
Esto que caracteriza a la pulsión sexual, o sea, el encuentro con un otro también implica poner en juego todas las demás pulsiones.
Ese otro también tiene las mismas pulsiones y si esas pulsiones no actúan, no se puede producir el encuentro.
Pregunta: «Pero en las otras pulsiones, ¿no está tambiénl otro?»
Prada: Sí, es cierto que en la estructura, en la base de todas las pulsiones está el relacionarse, el intercambiar con los distintos elementos de lo real y con los otros, en general.
Todo lo que nosotros hacemos está atravesado por el otro.
Pero en la sexualidad, la satisfacción es el encuentro con el otro, con un otro, con un semejante.
Hay una voz que me dice que sea feliz y trato de ser feliz, estudio para incorporar conocimientos y trato de dar lo mejor de mí para ser aceptado, busco la aprobación en la mirada del otro para integrar mi espejo.
Son distintas pulsiones que me relacionan con el mundo y con los otros.
Pero la pulsión sexual me pide que me una con el otro.
El imperativo de la pulsión sexual es el unirme a un otro.
Entonces, la sexualidad es aquella pulsión que está atravesada por la aparición del otro, por el encuentro con el otro.
La sexualidad, al tener como eje fundamental el encuentro con el otro, hace que de alguna manera, en esta búsqueda sea donde se articulan todas las demás satisfacciones.
En definitiva, lo que estoy queriendo decir es que nosotros sólo podemos desarrollarnos gracias al encuentro fundante.
Nosotros nos podemos constituir como sujetos gracias a ese encuentro fundante, que es el primer encuentro de amor con el otro.
Ese encuentro inicial con el primer gesto de amor que nos rescata de la angustia del nacimiento.
Y la satisfacción máxima hacia la que todos tendemos siempre, es un volver a encontrarnos con el otro.
O sea que de alguna manera, las cuatro pulsiones de las que les hablé en primer lugar, son cuatro carriles por los que también queremos acercarnos al otro.
Por eso es en el deseo y en el amor donde se integran todas estas pulsiones.
Freud descubrió esto partiendo de la genitalidad.
Lacan va a decir que esto va mucho más allá de la genitalidad.
Lacan descubre que la genitalidad es a la sexualidad, lo que la alimentación es a la oralidad, lo que la mirada es a la pulsión escópica, etcétera, etcétera.
Para cada pulsión hay un modelo biológico, orgánico, físico, digamos, que le sirve como metáfora y soporte.
así como asociamos el amamantamiento con la alimentación y con la oralidad, asociamos la erección del pene con el coito y con la sexualidad.
Freud empezó sus descubrimientos partiendo de este modelo del pene erecto.
Después se fue apartando de ese modelo porque vio que con eso no le bastaba para explicar todo lo que tenía que explicar.
Y fue Lacan el que se despegó definitivamente del modelo biológico.
Todo esto tiene que ver con el tema del falo, que viene a ser ese pene erecto que se relaciona con la potencia, con la posibilidad de concretar la cópula, con la capacidad de realizar ese encuentro total con el otro.
Pregunta: «¿Por eso se dice que en la cópula el hombre es sujeto activo y la mujer es objeto pacivo?»
Prada: Exactamente.
Y Lacan dijo más que eso.
Lacan dijo que la mujer no existe.
No se pongan así, porque esto no es una frase machista.
Lo que Lacan está diciendo es que ese rol de objeto pacivo que se suponía que era lo femenino, que se suponía el lugar de la mujer, no existe.
Porque la mujer también es sujeto activo en la genitalidad y en la sexualidad.
La mujer también desea y tiene el derecho de manifestar su deseo.
La mujer también tiene el derecho de gozar.
Lacan afirma todo esto cuando afirma que la mujer, en tanto objeto pacivo del deseo del hombre, tal como se la pretendía en esa concepción tradicional, no existe.
Freud buscó en el psiquismo algo que permitiera establecer una analogía con las diferencias anatómicas entre el pene y la vagina, pero nunca la encontró.
Y Lacan llegó a la conclusión de que no existe esa diferencia.
O sea, que esa mujer que por mileños la cultura colocó en el lugar de un objeto, esa mujer que por mileños fue definida y considerada como un objeto de goce, esa mujer, no existe.
Eso es lo que empezó a sospechar Freud y terminó de confirmar Lacan.
Freud lo observó primero en los chicos.
Vio que en los chicos está la fantasía de que todo el mundo tiene pene.
Y eso le hizo pensar que el pene representa alguna cosa universal del psiquismo.
Y es así.
El pene representa el deseo activo.
El pene representa ese deseo activo que se suponía exclusivo del varón y que ahora sabemos que la mujer también lo tiene.
Emtonces, el falo es universal.
¿Se dan cuenta? De ahí viene aquello de la universalidad del falo.
Pregunta: «¿Porque simboliza el deseo activo?»
Prada: Sí.
Porque el falo no es el pene, como supuso al principio Freud, sino que el falo es un símbolo.
El falo es el significante del poder de acceder algoce.
El falo simboliza la capacidad, el poder de actuar en función de acceder algoce.
Y eso es universal en los seres humanos.
Por eso para Freud la femineidad quedó como un enigma.
Porque nunca le pudo encontrar una justificación a esa idea de la posición paciva.
Freud planteó el concepto de madre fálica y trató de darle una fundamedtación biológica apoyándose en ciertas cuestiones hormonales.
Pero no pudo llevar esta explicación hasta sus últimas consecuencias, porque estaba descubriendo algo que no se puede explicar desde la biología.


PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA

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