Monday, July 03, 2006

CLASE 7
2 de junio de 2006.
Profesor carlos alberto prada
problemÁticas sociolÓgicas y antropolÓgicas
Cuando se cursa la carrera de psicología, los futuros psicólogos, se van encontrando en las distintas materias, con profesores que adhieren a las diferentes escuelas o corrientes de pensamiento que coexisten dentro de nuestra profesión. Es necesario y es bueno que ocurra esto. Porque así, de alguna manera, ustedes van conociendo las distintas tendencias y pueden ir orientando su formación para profundizar en el sentido que les parezca más interesante, más convincente.

Es inevitable que adoptemos una filosofía y que nos inclinemos hacia determinado tipo de explicaciones. Yo sé que probablemente, muchos de ustedes estén interesados en otras orientaciones. Pero yo soy psicoanalista y cuando hago una propuesta tengo que elaborarla en función de generar reflexiones que tengan que ver con mi formación y con mi experiencia profesional. Y mi experiencia profesional está basada en el psicoanálisis.

Por eso es que todos los desarrollos que les traigo se refieren al psicoanálisis. Cuando yo les hablo de sociología y de antropología, no les hablo en sentido general, ni tratando de que ustedes tengan una cultura general acerca de la sociología y acerca de la antropología. Trato de transmitirles aquellos conceptos de la sociología y de la antropología, que me permiten consolidar, confirmar o revisar los conceptos que pongo en juego en la clínica y en mis otras intervenciones profesionales. Porque a un psicólogo también se le presentan consultas acerca de temas institucionales, acerca de cuestiones organizacionales, de conflictos laborales, etcétera. Y todas estas intervenciones tienen que tener un hilo conductor.

No se trata de inventar una receta para cada caso, sino que la formación profesional apunta justamente, a que uno pueda aportar respuestas que estén fundadas en un conocimiento y en una experiencia que sean compartidos, que hayan sido discutidos, o que estén siendo discutidos dentro de una comunidad científica.

Es por eso que lo que yo les estoy dando cuando les doy un concepto sociológico o un concepto antropológico, lo tengo que referir a mi práctica profesional. Y lo que trato de transmitirles son las conclusiones a partir de mi lectura. A partir de la lectura de los conceptos de estas disciplinas. Y esta no es una transmisión de tipo matemático. Esta transmisión no implica nada parecido a 2+2=4. Esta transmisión implica mostrarles una construcción teórica con la que se puede discrepar. Y es posible que la mayoría de ustedes terminen no compartiendo esta construcción teórica.

Digo esto porque los fundamentos de todo lo que les estoy tratando de transmitir, esta carrera se los ofrece en una sola materia que además, es optativa, o sea, que muchos de ustedes no la van a cursar. Entonces, es lógico suponer que lo más probable es que sigan otras orientaciones que tienen mayor presencia en la carrera. No obstante, me parece que es importante que ustedes sepan que existen estos desarrollos teóricos. Y que tengan idea de que habemos quienes estamos fundamentando nuestra profesión por estos carriles. Lo cual no quiere decir que creamos que esto es lo único válido. Porque muchas veces se plantean estas cuestiones como si se tratara de un «Boca-River». Y la cosa no es así. Acá de lo que se trata es de que cada profesional tiene que ir construyendo el saber acerca del alma humana, que es a lo que nosotros nos dedicamos. Tenemos que acumular todo el saber que podamos con relación a la angustia, con relación al sufrimiento que ocasionan los padecimientos psíquicos.

Escuché por ahí algún comentario en el sentido de que en mi materia todo está referido al psicoanálisis. Y es verdad, porque yo tengo un recorrido hecho en la práctica del psicoanálisis. Y es eso lo que puedo proponerles para la reflexión. Ustedes van a ir encontrando en otras materias docentes con otras orientaciones, que les van a transmitir sus conocimientos y las conclusiones de sus experiencias. Cada docente puede transmitir mejor las teorías en las que más ha profundizado por el estudio y por la práctica profesional. Por eso las cuestiones que yo les propongo para la reflexión están forjadas en el entrecruzamiento de las teorías de todos esos autores que les doy a leer y mi práctica profesional.

Ustedes ven que yo no vengo a repetirles de memoria el contenido de las fichas que les pido que lean. Y tampoco aspiro a que ustedes se aprendan de memoria las fichas de Castoriadis, de Lèvi-Straus o de Foucault. Esta semana puse unas cuantas fichas más en el blog. La finalidad de esas lecturas es que ustedes conozcan las fuentes de estas conclusiones que yo les expongo.

Hecha esta aclaración, vamos al tema de la clase de hoy.
Nosotros estuvimos hablando del concepto de valor y del concepto de síntoma.
Dijimos aquello del tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario para producir una mercancía, que es la definición de valor que estableció Marx. Dijimos también que Marx aportó el concepto de síntoma cuando vio en la acumulación de riquezas una máscara que oculta el sufrimiento de muchos seres humanos. Dijimos que ese sufrimiento que queda oculto en la riqueza acumulada, también es fruto de las relaciones de producción. De la misma manera que la conciencia y los síntomas neuróticos, son efectos de relaciones ocultas en el inconsciente. Y dijimos que estos son aportes importantes de la sociología a la psicología. Son ideas que le han dado a la psicología una confirmación, digamos, de la posibilidad de pensar en algo que va más allá del razonamiento. La posibilidad de pensar en algo que entiende al razonamiento, no como aquello que es fundante de todo lo humano, sino como una herramienta.

El razonamiento es una herramienta que le da al ser humano la posibilidad de realizarse. El ser humano no es racional por definición. Yo creo que eso de ser un animal racional no es lo que define al ser humano. El ser humano antes que racional, es simbólico. El ser humano es un animal simbólico. En el ser humano a lo real y a lo imaginario, se agrega lo simbólico. Y a consecuencia de la capacidad simbólica del ser humano, surge instrumentalmente, la razón. La razón es una herramienta para realizar el deseo. El ser humano utiliza la razón para moverse hacia el objeto de su deseo.

Freud también trabajó sobre el concepto de valor y sobre el concepto de síntoma. Y Lacan siguió desarrollando estos conceptos y les extrajo nuevas consecuencias.

Estos conceptos están vinculados a cuestiones que tienen que ver con la psicología institucional. Esto nos conduce al concepto de institución. Y vamos a ver cómo lo construimos.

En primer lugar, recordemos que según Marx, las cosas tienen un valor de cambio que se mide en tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario. Esto está en la base de la circulación del mercado. Está en la base del ciclo de producción, distribución, intercambio y consumo del que hablábamos. Y es lo que va generando el ciclo de reproducción económica dentro del cual nosotros estamos inmersos, dentro del cual se desarrollan todos los actos humanos. Ese tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario, se representa en un símbolo que es el dinero. Esa es la razón de ser del dinero. El dinero simboliza la medida de ese tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario. Por eso el dinero es lo que posibilita todos los intercambios.

Ahora bien, cuando Marx hace este análisis, cuando Marx da esta definición de lo que simboliza el dinero, las monedas se respaldaban en el patrón oro. Y Marx desarrolló toda una explicación acerca de porqué ciertas cualidades del oro justificaban que se lo utilizara como patrón de valor y como respaldo monetario. Sin embargo, después de la segunda guerra mundial, se crea el Fondo monetario internacional y se abandona el patrón oro. El oro dejó de ser el respaldo universal de ese equivalente general que es el dinero. Y el respaldo, el referente del valor de las distintas monedas, pasa a ser una moneda que designa el Fondo monetario. Y la moneda designada fue el dólar, que es la moneda del país que tenía mayor potencia económica en aquel momento. Ahora hay una canasta de monedas, que está constituida por el dólar, el euro, el yen, el marco, etcétera. Lo cierto es que lo que en realidad está como respaldo del valor del dinero es el andar de la economía, es la potencia económica de los países cuyas monedas integran esa canasta. Y cuando hablamos de la economía de un país, nos estamos refiriendo a cómo se produce, como se distribuye, cómo se intercambia y cómo se consume en ese país. O sea, que nos referimos a de qué modo se desarrolla, a de qué modo se establece en ese país, el ciclo económico del que venimos hablando. Quiere decir que el verdadero respaldo del dinero ya no es el oro sino la forma de trabajo y la distribución del trabajo en estos países. O sea, que quedó demostrado que el oro, pese a todas sus cualidades, no tiene por qué ocupar necesariamente, el lugar de respaldo universal del valor del dinero. Y ese lugar de respaldo universal del valor del dinero lo ocupan determinadas monedas, por decisión de una institución. Cuál o cuáles monedas van a ser el respaldo universal del valor del dinero, depende de una decisión que surge de un pacto entre los países más poderosos. Estos países de mayor poderío económico, son los que determinan cómo tiene que ser el respaldo de ese valor del dinero. Y hasta determinan de qué modo se tiene que sostener ese valor del dinero. O sea que, ese símbolo de equivalencia general que es el dinero, dejó de estar respaldado por una sustancia material como es el oro, para quedar basado en una decisión de seres humanos, para quedar basado en un acto humano. Esto quiere decir que ahora el dinero es un puro símbolo. Porque el costo o el precio del papel moneda tiene que ser insignificante con relación al valor que representa. Si no fuera así, lo acumularíamos y lo sacaríamos del mercado, como pasó en algún momento con el oro, haciendo que el precio del oro creciera por encima de su valor monetario. Uno de los problemas que hubo cuando circulaban las monedas de oro, era que les robaban limaduras y las iban achicando. Es un ejemplo de las dificultades que creaba el pensar que hay un sostén material del valor. En realidad no hay un sostén material del valor. El valor se sostiene por el trabajo que representa. Y ese trabajo que representa, es algo que surge de los pactos entre los diferentes grupos económicos.
Freud encontró una relación analógica entre el dinero y la pulsión sexual. Esto lo vimos en la clase anterior. El dinero es el referente que permite establecer equivalencias entre diferentes mercancías. La pulsión sexual es el referente que permite establecer equivalencias entre diferentes satisfacciones. Nuestros gustos, nuestras preferencias, nuestra elección, en cualquier caso, dependen del valor que le asignemos al objeto en cuestión, con referencia a la satisfacción de alguna pulsión. Y todas las pulsiones en última instancia, tienden a la satisfacción de la pulsión sexual.

Cuando Freud descubrió esto, le pasó lo mismo que le pasó a Marx cuando descubrió lo que simboliza el dinero. Marx buscó un sustento material para el valor del dinero y creyó encontrarlo en el oro. Freud buscó un sustento material para la pulsión sexual y creyó encontrarlo en el pene. Creyó encontrarlo en el pene erecto. Porque si se piensa la sexualidad limitándola a la genitalidad, la erección del pene es fundamental. Después Freud se dio cuenta de que los nenes creen que todo el mundo tiene pene. Y de alguna manera, llegó a la conclusión de que hay mucho de cierto en esa idea de los nenes. Porque Freud buscó en el psiquismo algo que permitiera establecer una analogía con las diferencias anatómicas entre el pene y la pagina, pero nunca la encontró.

Lo femenino y lo masculino no se diferencian desde el punto de vista del deseo de reeditar el encuentro fundante, el encuentro de amor con el otro. Esto tiene que ver con la teoría universal del falo. El falo es el símbolo del poder de acceder al goce. El goce, ese goce total, esa plenitud que todos los seres humanos anhelamos, es el encuentro con el otro, es el amor. El falo es el símbolo del poder de acceder a ese encuentro de amor con el otro.

El falo representa algo que va mucho más allá de la genitalidad. El coito, la cópula genital, es sólo una de las formas en las que buscamos ese encuentro con el otro, ese encuentro de amor. Ese encuentro que nunca se completa, porque no existe la posibilidad de generar una completud con el otro. La media naranja no existe. Y es por eso que deseamos. porque seguimos buscando esa media naranja que nunca se puede encontrar.

Entonces, el falo representa la posibilidad de articular las diferentes pulsiones y la posibilidad de establecer equivalencias entre satisfacciones diferentes. Porque sea cual fuere la pulsión que estemos tratando de satisfacer, siempre está como trasfondo el deseo del encuentro con el otro. siempre está como trasfondo el deseo de ser uno con el otro, el deseo de sentirnos unidos al otro a los otros. Y esto no se juega sólo en el amor de pareja. Se juega también en el amor parental, en el amor filial, en el amor fraternal, en la amistad, en el amor al prójimo. Todas estas relaciones son parte de la sexualidad, son formas de buscar la reedición de eso que nosotros llamamos el encuentro fundante. Son formas de tratar de alcanzar el goce total. En términos de los filósofos griegos, podríamos decir que son formas de buscar el bien supremo.

Cuando Freud habla de que el bebé al amamantarse experimenta una satisfacción libidinal, es porque está descubriendo que la oralidad trasciende a la alimentación, aunque todavía no despegue la genitalidad de la sexualidad. El bebé en la teta encuentra el alimento para satisfacer el hambre que es una necesidad biológica. Pero la teta le da al bebé algo más que el alimento. Y ese algo más, tiene que ver con la sexualidad, tiene que ver con la satisfacción de la pulsión sexual en el encuentro con el otro. Todas las pulsiones tienen que ver con nuestra permanente búsqueda de ese encuentro con el otro. Por eso podemos decir que todas las satisfacciones pulsionales satisfacen parcialmente la pulsión sexual. Por eso podemos decir que en la sexualidad se articulan todas las otras pulsiones. Y por eso decimos que la pulsión sexual es el referente que permite establecer equivalencias entre diferentes satisfacciones. Por eso podemos decir que la pulsión sexual es el referente que nos permite elegir, es el referente de nuestras preferencias. Y en definitiva, podemos decir que la sexualidad determina nuestros gustos.
En «El malestar en la cultura», Freud plantea una ecuación con cuatro elementos que son: Las heces, el falo, el dinero y el niño. Freud establece una especie de equivalencia entre estos cuatro términos. Y me parece que hay que prestarle mucha atención a esto, porque creo que todavía no se le han extraído todas las consecuencias que se le pueden extraer. Suele producir cierto rechazo en una primera aproximación a Freud, encontrarse con estas equivalencias donde el niño parece que viene a ser lo mismo que la caca. Sin embargo, Freud dice que en esta ecuación están los fundamentos de la cultura. Es una afirmación muy importante y me parece que vale la pena tratar de entender por qué Freud hace esta afirmación.

Vamos a ir recorriendo estos elementos empezando por las heces, o sea, empezando por la caca. Entre las fichas que puse en el blog, hay una muy breve que se titula «La teoría del dar», que tiene que ver con lo que voy a tratar de explicar ahora. En otra clase vimos esto que sabemos por los antropólogos acerca de que en todas las culturas hay algún rito relacionado con el dar. Si no es en todas, es en casi todas, en la mayoría de las culturas del presente y del pasado, que existen estos ritos que tienen que ver con la donación, estos ritos que tienen que ver con el regalo. No sé si se ha encontrado alguna cultura donde no esté presente esto del dar.

Nosotros tenemos muchas ocasiones en las que nos hacemos regalos.
Tenemos el día de la madre, el día del padre y un larguísimo etcétera que ustedes ya conocen. Quizá sea por eso que hemos perdido un poquito la idea de la relación con lo sagrado que puede tener este rito. Entre nosotros se ha desvirtuado mucho el sentido del regalo.

Se suele decir que esos días que tenemos señalados para hacer regalos son un invento del comercio. Pero estudiando en distintas culturas esta constante de practicar ritos en los que se entregan regalos, se comprobó que esos regalos no tienen que ver con el trueque ni con otras formas de comercio. El regalo en su sentido primordial, digamos, tiene que ver con una renuncia, tiene que ver con una entrega. El regalo es algo que se da como un sacrificio, como una ofrenda al otro. Para tener ese sentido de entrega, de renuncia, de sacrificio, lo que se da debe ser algo valioso para quien lo da. Y ese valor que tiene para quien lo da, es lo que hace que el regalo sea valioso para quien lo recibe.

Hay una película norteamericana donde dos tribus que tenían una vieja enemistad, necesitan aliarse contra la amenaza del hombre blanco. Y el jefe de una de estas tribus le regala al que había sido su rival, un cuchillo heredado de su padre. Aquel cuchillo era el objeto más valioso que tenía, por eso renuncia a eso tan preciado para él y lo entrega en prenda de fidelidad. Para el otro jefe, este cuchillo no tiene valor material ni afectivo. El otro jefe puede tener muchos cuchillos iguales o mejores que este. Pero el saber que este cuchillo pasó de padres a hijos por varias generaciones, le hace confiar en que su antiguo enemigo no va a traicionar el pacto que está sellando con este regalo.
Dijimos que esto de la entrega, que esto de la renuncia, que esto del dar, tiene que ver con la pulsión anal. Freud asocia el dar con la analidad porque cuando el bebé da su caca, está dando algo muy importante para él. Es algo que el bebé crea, es una parte de su ser a la que el bebé renuncia para entregársela a la mamá. Cuando el bebé no hace caca, la mamá se angustia tanto como cuando el bebé no come. Entonces, cuando el bebé por fin hace caca, la mamá se pone contenta, aplaude, le dice que hizo una caquita muy linda. Cuando le empiezan a sacar los pañales el bebé quiere jugar con su caca. Pero como eso disgusta a la mamá, el bebé por el amor de la mamá, renuncia a ese juguete que en realidad a él le encanta.

Después va a jugar con maza, con plastilina, con arcilla. En esta etapa del aprendizaje del control de esfínteres el bebé incorpora el saber acerca de los lugares y de los momentos oportunos para que su renuncia, para que la entrega de sus heces, le granjee la aprobación de los demás.

Acá estamos hablando de entrega, de renuncia, estamos hablando de analidad. Sin embargo, se puede ver que todo el tiempo está presente aquello que decíamos de lo libidinal, de buscar el encuentro con el otro. Porque todo esto que hace el bebé, toda esta renuncia, todo este ceder para complacer a la mamá, lo hace en función de que la mamá no se enoje, en función de restablecer ese vínculo de amor, esa unión amorosa que tiene con la mamá. Siempre está presente el hecho de que buscamos reeditar aquel encuentro fundante, aquel primer encuentro de amor. Siempre está presente el falo. Y creo que aquí se puede ver con claridad el elemento fálico, el componente fálico que está en todas las pulsiones. Es ese elemento fálico, es ese componente fálico por el que podemos decir que el falo es a las satisfacciones pulsionales lo que el dinero es a las mercancías. O sea, que es una especie de medida de valor que hace posible establecer equivalencias entre satisfacciones diferentes. Al bebé, jugar con su caca le da una satisfacción y pactar con la mamá, dejando su caca tranquila, le da otra satisfacción. Son satisfacciones diferentes. Y es el elemento fálico, en definitiva, es el falo, el que le permite al bebé establecer una valoración para cada satisfacción y decidir con cuál quedarse. Es ese elemento fálico el que de alguna manera, le va a permitir al bebé ir entregando distintas cosas como equivalente de esas heces, para ser aceptado, para poder acceder a la cultura, para acceder al amor materno.

Ahora, fíjense que todos estos actos se suceden en el tiempo. No se pueden dar simultáneamente. Todos estos hechos, todas estas experiencias constituyen secuencias que se producen en un transcurso de tiempo. Todos los hechos que producimos para conseguir alguna satisfacción se realizan en el tiempo. Es por eso que estamos obligados a elegir. El tiempo es condición de posibilidad para cualquier satisfacción. Y el tiempo es el límite que nos impone la renuncia. El tiempo hace imposible el goce total.
Pregunta: «¿Cómo es que entrega otras cosas el bebé? ¿Qué otras cosas?»
Prada: Cuando le ponemos los zapatitos y se los saca, debe ser porque le molestan o porque le gusta más estar descalzo, por algo debe ser. Pero se los ponemos de vuelta y le decimos que no se los saque más porque nos vamos a enojar. Y el bebé se vuelve a sacar los zapatitos. Entonces, nos enojamos y se los volvemos a poner hasta que cede y se los deja. O sea, renuncia a estar cómodo, renuncia al placer de estar descalzo y se aguanta los zapatitos para darnos el gusto. El bebé está todo el tiempo haciéndonos ese tipo de donaciones.

No es que nos dé cosas materiales. Nos da parte de su goce. Cede. Entrega parte de su goce. Renuncia parcialmente a muchas satisfacciones. Deja de hacer lo que tiene ganas de hacer, para hacer lo que le pedimos, para complacernos. Ese ir cediendo, esa renuncia, es lo que va construyendo la relación con los otros. En todo esto vamos viendo de qué manera la pulsión anal se articula con la pulsión sexual. Vamos viendo cómo ese dar, cómo esa renuncia, se hace en función de buscar el encuentro con el otro. 'Y toda la vida seguimos haciendo ese tipo de cosas. La relación con la pareja, el trabajo, el estudio, todo lo que hacemos nos exige alguna renuncia, todo nos exige algún sacrificio.

Sin ir más lejos, supongo que ustedes tienen más ganas de estar calientitos en la cama, que de quedarse acá escuchándome. Pero están renunciando a ese goce por algo que se llama vocación. Y la vocación tiene que ver con el encuentro con el otro. La vocación tiene que ver con buscar el ser reconocido. Porque ustedes quieren ser reconocidos, pero no quieren ser reconocidos de cualquier manera. Quieren ser reconocidos en función de dar algo que sea valioso para ustedes. De pronto, no les interesa ser reconocidos porque ustedes son los que levantan cartones por la calle o los que buscan comida en la basura. Ustedes eligen cómo quieren ser reconocidos. Y esa elección tiene que ver con la búsqueda de satisfacciones de la que venimos hablando.

Pero lograr esas satisfacciones implica ir produciendo pactos. Porque esas satisfacciones tienen que estar impregnadas por el amor al otro. Por eso es que de alguna manera, todo está vinculado con estas tendencias pulsionales libidinosas. Libidinosas por el hecho de que implican la búsqueda de un encuentro total con el otro. Ya no se trata de parcelas, como en el caso de las demás pulsiones. Cada vez que cedemos en algo estamos aceptando un pacto. Cuando el bebé se aviene a hacer la caca en la pelela y a no tocarla, está aceptando una serie de pactos. Cada vez que cedemos en alguna cosa estamos haciendo un pacto. Estos pactos se van entrelazando entre sí. Estos pactos no son azarosos, sino que tienen que ver con la conformación de la cultura. Cada cultura va generando diferentes modalidades de pactos y diferentes entrecruzamientos de pactos. Y el conjunto de pactos de cada cultura, es lo que constituye el pacto esencial, que es el lenguaje. Entonces, cuando tratamos de satisfacer una pulsión, lo hacemos en función de articular esa satisfacción en un todo que es el amor al otro. Lo hacemos en función de alcanzar esa completud, que es el objeto de la sexualidad.

El lenguaje oral, la representación de palabra, implica un nuevo pacto. Freud hace una distinción entre representación de palabra y representación de cosa. No sé si ustedes vieron eso en psicoanálisis. Pero de todos modos, esto se puede entender. Cuando empezamos a utilizar las palabras entramos en un pacto por el cual renunciamos a transmitir, digamos, una pura percepción. Las palabras nunca pueden transmitir con exactitud aquello que sentimos. Al utilizar las palabras siempre estamos renunciando a transmitir una parte de aquello que sentimos. Porque la palabra es un acuerdo con los otros y los otros no sienten lo mismo que nosotros. Entonces, la palabra siempre implica un renunciamiento. Y este es el pacto esencial que constituye al ser humano. Todos esos pactos que se van haciendo, como el de no tocar la caca porque tiene olor feo, el de aguantar los zapatitos para no resfriarse, el de ponerse el abrigo porque hace frío, todo eso se va traduciendo en palabras. El bebé no asocia el olor de la caca con algo feo, ni la sensación de frío con la necesidad de ponerse el saquito, pero la mamá se lo va diciendo hasta que todo eso se traduce en palabras. Y así se llega a constituir el lenguaje hablado, en el pacto esencial con los demás.

Este pacto esencial con los demás, esto de hacer un pacto para lograr un deseo, el renunciar a algo para provocar el encuentro con determinado objeto, es lo que está en la base de toda institución. Hay autores que definen a la institución como la cristalización de un deseo. Esto quiere decir que toda institución es un pacto que hacemos para satisfacer un deseo determinado. El deseo de estudiar se tiene que canalizar a través de ciertos pactos que ustedes hacen con una institución que se llama universidad. El deseo de generar una nueva vida, el deseo de reproducirnos, el deseo de que la vida continúe, el deseo de tener un bebé que cumpla con determinados sueños nuestros, todo eso se tiene que canalizar a través de un pacto con una institución que se llama familia.

Toda satisfacción de cualquier deseo del ser humano, implica la conformación de una institución. O sea que toda institución es un conjunto de acuerdos para poder satisfacer ciertos deseos, para poder alcanzar cierto objeto del deseo.
Entonces, hablamos de las heces y de la renuncia, hablamos del falo como referente para establecer equivalencias entre satisfacciones distintas y dijimos que todo esto se realiza a través de pactos en el transcurso del tiempo. Todo esto también tiene que ver con el dinero, que es otro término de la ecuación freudiana. Porque nosotros en definitiva, cuando realizamos estos renunciamientos, de alguna manera, estamos produciendo un efecto en la distribución del tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario. Porque todo lo que vamos necesitando, todo aquello que tenemos que conseguir para que se desarrolle nuestro ciclo vital, el alimento, la ropa, etcétera, etcétera, implica poner dinero en circulación. Y dijimos que el dinero es un puro símbolo, que es la representación del tiempo de trabajo general y abstracto socialmente necesario. Además dijimos que todo esto conforma las instituciones. Y vimos cómo en la base de toda institución se encuentran los términos de la ecuación freudiana. La institución familia, tiene que ver con la conformación de cierto ecosistema, de cierto espejo imaginario, que nos posibilita el desarrollo, que nos posibilita el acceso a los pactos que están vigentes en nuestra cultura. A través de la familia accedemos a los pactos que rigen la cultura. Esto se relaciona con cómo un bebé va creciendo y va constituyendo su identidad. Esa identidad que se va a ir consolidando en función de aquello que los demás esperan de él. Porque aquello que los demás esperan de nosotros, es lo que va construyendo nuestros gustos. Y los gustos van configurando, van caracterizando nuestra identidad.

Se suele suponer que la institución es un conjunto de elementos que tienen que ver con la organización, con la distribución de roles, etcétera, cosas que es cierto que constituyen la institución. Acá en la universidad hay bedeles, hay docentes, hay un decano, hay estudiantes. Cada uno tiene que cumplir su rol y todo eso está establecido simbólicamente en un estatuto, que a su vez está regido por las reglamentaciones de la ley de educación. Pero René Lourau nos va a decir que esto no es la institución, sino lo instituido. Nos va a decir que lo instituido es un componente de la institución, pero que la institución no se agota en lo instituido. Lourau nos va a decir que además de lo instituido, toda institución conlleva necesariamente, lo instituyente. Y aquí está la diferencia entre la concepción de institución que tiene el psicoanálisis y otras posturas que hay con respecto a lo que es una institución.

¿Qué es lo instituyente? Nosotros habíamos dicho que la ecuación freudiana tiene cuatro elementos. Y hasta ahora hablamos de tres. Hablamos de las heces, del falo y del dinero. Entonces, nos falta hablar del cuarto elemento, que es el niño. Y el niño es lo instituyente. El niño simboliza lo instituyente. ¿Qué quiere decir esto de lo instituyente? ¿Por qué el niño simboliza lo instituyente? Porque de alguna manera, nosotros dijimos que si bien es cierto que se realizan todos estos pactos, no es menos cierto que todos los pactos que se realizan son insuficientes. Porque los pactos se hacen en función de alcanzar la completud, pero la completud nunca se alcanza. Por eso seguimos deseando. Entonces, lo que dice Lourau, es que no hay ninguna institución que pueda ser suficiente. Es por eso que toda institución lleva en su seno el germen de aquello que va a determinar su dinámica, el germen de aquello que va a motivar su movimiento. Toda institución lleva en sí, necesariamente, el germen de aquello que le va a ir produciendo cambios. Y ese germen es lo instituyente. Lo instituyente es el lugar donde se marca la insuficiencia de la institución. Y gracias a esa insuficiencia, gracias a que ninguna institución nos puede dar la completud que buscamos en las instituciones, es que se van generando los cambios. Gracias a la insuficiencia es que se puede crear. Y en esta ecuación freudiana, el niño es el símbolo de la creatividad. Y por este elemento niño, por la posibilidad de crear, es que nuestra cultura no se mantiene estática.

Por eso no se puede hablar de cultura con referencia a otros animales. En algunos animales, como las abejas y las hormigas, se puede decir que hay una organización social compleja con roles diferenciados en los que se distribuyen una serie de tareas. Pero no hay cultura. Porque la cultura surge gracias a que siempre hay algo del orden de la insuficiencia y por lo tanto siempre aparece la creación del niño, para usar el símbolo de Freud. En esta ecuación freudiana, el niño de alguna manera, es el símbolo que da cuenta de la alternativa que nos da la creatividad ante la insuficiencia de toda institución.

PROFESOR CARLOS ALBERTO PRADA
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